viernes, 10 de agosto de 2018

Peras en el Olmo.



Ella quería peras. Él era un olmo. Ella protestaba todos los días por esa falta. Él no sabía qué hacer para darle gusto.

Ella trajo semillas de peras y las sembró en la base de su tronco. Él hizo su máximo esfuerzo por darles vida.  Ella sonreía feliz pensando en que iba a lograr cambiarlo. Él sufría porque sentía que ella no lo aceptaba como era.

Ella se fue un día, enojada, cuando pasó el tiempo y supo que jamás él le daría sus peras. Él lloró al verla partir, triste, porque su compañía le hacía feliz y supo que siempre la iba a extrañar.

Un día, sin que él pensará en volver a verla, ella volvió con una bolsa en las manos. Hacia calor, se sentó apoyando su espalda en el tronco y sacó una jugosa y dulce pera de su bolsa. Él, feliz, sacudió sus ramas para ser más frondoso y la protegió del sol con su sombra.

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