jueves, 15 de enero de 2015

Y un buen día...




Y un buen día te das cuenta de que tras la tormenta sale el sol. Que detrás de todas tus preguntas hay un silencio mortal que nadie responderá, sólo el tiempo irá dándote pistas, pautas, para que vos mismo vayas comprendiendo y, tal vez, perdonando.

Un buen día te despertás y notás que vos no podés perder ni un minuto más. Que detuviste tu camino esperando algo que nunca va a llegar. Y de repente... sentís la necesidad de volver a caminar, de avanzar, de resurgir. De respirar profundo, de llorar, de gritar a los cuatro vientos...y de dejar atrás todo aquello que te lastimó.

Y un buen día volvés a ver el amanecer. Y te das cuenta de que la vida sigue, de que el tiempo no para y de que todo sigue su curso a tu alrededor. No hay respuestas. No hay explicaciones. No existen palabras que hagan comprensible todo eso que te sucedió. Únicamente la condición humana, frágil, vulnerable, vacía.

Y un buen día abrís la puerta, y descubrís que vos seguís siendo el mismo, con tus convicciones ancladas en el centro de tu ser. Y ese buen día retomas tu camino. Sonriendo, libre, con la plena libertad de haber sido fiel a vos mismo.