miércoles, 27 de febrero de 2019

Nada.




Nada. Simplemente le quedaron las manos vacías.  Todo lo que había tenido, se borró tras la puerta que se cerró cuando él le dio la espalda.

Sola. Sin nada que la dejara comprender por qué así, de repente, todo había terminado. Con un silencio frío como el hielo envolviéndola en las sombras.

No supo darse cuenta cuándo él comenzó a alejarse. Ni por qué así, sin explicaciones, tomó sus cosas y se marchó, apagando su mundo.

Le había dado todo. Todo lo que una mujer podía darle a un hombre.  Pintaba arcoíris en el techo con tal de provocarle una sonrisa. Cocinaba todas  las fantasías por tal de verlo feliz. Se hubiera convertido en genio de una lámpara maravillosa, solo para cumplirle cada deseo.
Se deshizo de todo lo que tenía para complacerlo.

Sin embargo, no alcanzó.  No fue suficiente.  No supo qué mas hacer para demostrarle todo el amor que sentía.

Ella nunca pidió nada a cambio. Sólo un abrazo, una sonrisa y verle una luz en la mirada. Ella únicamente dio.

Su partida le provocó el mayor de los dolores, ese que atraviesa el corazón y lo rompe de una sola vez. La dejó sin luz, sin fuerza, sin energía para tan siquiera dar un paso hacia ningún lugar. La dejó  sin decir palabras, llena de preguntas y con la duda eterna de por qué no le alcanzó todo el amor que le ofreció.

lunes, 18 de febrero de 2019

Los amantes.




No supieron en qué momento ocurrió.  Pero desde ese día, sus vidas cambiaron para siempre. Contar las horas para verse, perderse hasta la locura recorriendo sus cuerpos, porque ninguno sabia si habría "próxima vez".

Volver a sus vidas, sabiendo que nunca podrían dejarla, pero que tampoco podrían dejarse,  porque eran, uno para el otro, como el oxígeno que necesitaban para respirar.

Sentían culpa porque nada en sus mundos  era tan malo como para romper los vínculos.  No se atrevían a decir "ya no te quiero" porque tampoco era verdad. Pero era un cariño ligado a la costumbre, que había llegado a una meseta, que tenía días y horarios, obligaciones y rutinas.

Ellos eran lo nuevo. La oportunidad que perdieron cuando, años atrás,  asumieron compromisos impensados, fuera del plan de vida que  habían hecho, en donde la culpa, si, otra vez la maldita culpa, no podía decirle al otro a los gritos que no querían,  que eso no era lo que habían pensado, que un descuido les torció el rumbo y las responsabilidades hicieron que dejaran sus sueños a un lado.

No lo planearon, no lo buscaron, pero no podían evitarlo, sus cuerpos se pedían a gritos mutuamente. Sus besos, sus caricias, sus deseos eran algo tan inevitable como la vida...y tan fatales como el destino.

Nunca se plantearon las razones, les pasó lo que les pasa a los que tienen que encontrarse, para saber lo que se siente incendiarse por dentro y que una sola persona sea capaz de provocar la lluvia necesaria para apagar ese fuego arrasador.

Despertaron de un letargo inmenso y ya nunca más podrían volver a dormirse. Aunque en el camino destruyeran todo lo quw hubiera a su paso, el riesgo de perderse era peor que el de no haberse encontrado nunca.

Eran un volcán en plena erupción, que ya no puede retroceder;eran la consecuencia inevitable de cada sueño postergado, que un día sale a la luz. Eran su última oportunidad, antes de morir.

domingo, 17 de febrero de 2019

Viaje.



Primero fue tu mano la que me guió por un sendero desconocido. Luego fue tu voz, llegando a zonas ignoradas de mi ser. Tu aroma vino después, que despertó algo profundo y dormido dentro de mí. 

Tu sonrisa me invitó a pasear por las nubes y fue tu abrazo el que me hizo descubrir que el cielo podía tocarse con las manos.

Y fue tu beso el que me hizo viajar al infinito, olvidando todo lo que había dejado atrás.

jueves, 7 de febrero de 2019

La estrategia de la Mona Lisa.





  Durante siglos, la sonrisa de la protagonista  uno de los cuadros más famosos de Leonardo Da Vinci fue considerada como un enigma.

Si estaba triste, si sonreía, o si acaso reflejaba un melancólico amor hacia el pintor, tal vez no correspondido.

Las conjeturas sobre la expresión de esa mujer, ha generado debates, estudios, análisis, interminables charlas entre expertos, que casi nunca llevan a nada.

Sin embargo, cuenta la historia, que el cuadro fue pintado una y otra vez, roto en mil pedazos y vuelto a realizar. No por la inconformidad del gran Leonardo, que ante cada obra terminada, sentía que había logrado su gran obra.

Si no que a ella, a Mona Lisa, le molestaba grandemente el efecto que hacía más prominente su nariz cuando los pómulos se elevaban en una amplia sonrisa.  Y ordenaba destruir la obra.

Hasta que un cuadro le produjo esa sensación de exactitud, de gesto único e irrepetible. De verse como ella quería que la recordaran.  Y fue su estrategia para volverse eterna.

lunes, 4 de febrero de 2019

Imposibles.




El amor nos hace invencibles. Por ver feliz a quien amamos, somos capaces de inventar un mundo nuevo, de recrear el paraíso, de hacer reales las cosas más locas.

Somos capaces de ponerles alas a las piedras, de hacerlas volar como si fueran golondrinas. De cambiar el color del mar a un rojo intenso y de que el pasto crezca rosa.

Desplegamos toda la magia de la que somos capaces, a cambio tan sólo de una sonrisa de su boca, de un brillo en su mirada. Y nos convertimos en alguien a quien quizás no reconozcamos más que en nuestros sueños, porque de ahí procede ese extraño mundo romántico.

Nos esforzamos tanto, nos desgastamos, y en algún momento en que ya no sabemos qué inventar, él o ella nos pide un imposible, nos desafía para medir nuestro amor.

No le alcanza con todo lo que hicimos, necesita más.  Y llega un momento en que no tenemos más fuerzas para demostrarle que hicimos tanto, que hicimos todo, y que ese último deseo incumplido derrumba como el viento a un castillo de naipes, todo lo que creímos construir.

La magia se desvanece.  La ilusión se va y nos quedamos solos, mirando caer las piedras al mar, porque lo que las sostenía y les daba vida, era el amor.