martes, 21 de marzo de 2023

De repente.


 De repente.


Hace tiempo que no se nada de vos. De repente, buscando en un archivo veo tu foto, esa que me enviabas cuando nadie te veía, la invitación al juego que solo vos y yo conocíamos.


De repente, miro hacia atrás y se que ese tiempo fui feliz. Qué nuestras horas eran solo nuestras, alejados del mundo, que inventábamos nuestro propio paraíso, sin manzanas ni serpientes, ni dioses.


Miro la foto y sonrió pensando en qué dirían los que te conocen si supieran que, detrás de toda tu seriedad, había un niño jugando a ser joven otra vez, que sacabas a la luz tu inocencia perdida en vaya a saber dónde y te transformabas en alguien sin barreras, sin puertas, sin defensas ante mi.


Pienso y sé que no hubiéramos sido felices, que nuestro camino se abrió en dos y cada uno siguió por la ruta que más segura le parecía. Vos con tu rutina, yo con mi libertad. No, no éramos uno para el otro. Fuimos uno que estaban divididos en dos cuerpos tan parecidos y tan distintos, cada uno tenía la vida que el otro hubiera deseado, pero las decisiones que tomamos nos cambiaron los planes.


Me pregunto, mientras te recuerdo, si alguna vez pensás en cuando escuchás mi nombre en otra, cuando ves un auto parecido al que supo de nuestra pasión, o cuando te cruzás con una mujer loca que usa sombrero. Si me recordarás cómo tu gran amor o como una estrella fugaz. Me pregunto si fuimos un libro o sólo una página de pocos párrafos.


Sonrío. Pasó tanto tiempo que quizás ya ni nos reconozcamos en la calle si llegasemos a cruzarnos. Tal vez yo tenga tu imagen de hace tanto tiempo en la memoria, sin saber qué estragos hicieron el tiempo y la vida en vos, cómo quizás lo han hecho en mi.


Busco el botón de eliminar. Borro tu foto, cómo me deshice de todas las demás hace mucho tiempo y sigo con mis cosas, con una sonrisa, deseándote paz.


Imagen tomada de la web.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2023

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jueves, 16 de marzo de 2023

Lejos.


 Lejos. Tanto como pueden estarlo dos personas en los extremos más alejados del planeta. Aunque estés del otro lado de la calle.


Lejos. Tanto como las estrellas en las que te busco de la tierra. Aunque estemos mirándolas en el mismo momento.


Lejos. Aunque tu mano este a un centímetro de la mía. No poder tocarte es la distancia más difícil de recorrer.


Lejos. Tu corazón del mío. Tu vida de la mía. Tu alma de mi alma. 


Lejos. Cada día más. Aunque recorra sola el camino hacia tu encuentro, ya no estás en esa esquina en dónde nos separamos.


Lejos. Tanto que quizás si te cruzo no reconozca tu cara. Ni tu aroma. Tanto que si te mire de frente, ni me de cuenta de que eres tú.

Imagen tomada de la web

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2023

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