martes, 19 de abril de 2022

Miedo.




Tuve miedo. Fingí que no estabas, que no te sentía. Pero tú roce fue un latigazo de electricidad en mi piel.


Tuve miedo. Y no quise abrirte mi alma, porque ya la había reconstruido tantas veces que si me la rompían una vez más, pensé que moriría.


Tuve miedo. Pero tu aroma me llevó a otros cielos, tu abrazo me hizo sentir por primera vez en mi casa, tus besos se me hicieron de otra vida, de mil tiempos pasados.


Tuve miedo, porque sé que tu historia y la mía están entrelazadas desde los mismos orígenes del mundo, porque no fue la primera vez que tu mirada se perdió en la mía. Y no será la última. 


Tuve miedo porque sé que en cada vida vamos a encontrarnos, hasta que en algún futuro podamos estar juntos, son prejuicios ni condiciones. 


Y a pesar de que me morí de miedo,  te dije que sí, sin saber a donde me ibas a llevar ni qué ocurriría entre nosotros. Te dije que sí, llena de dudas, pero siguiendo un susurro que gritaba en mi alma que me animara a todo. Y te digo que sí cada mañana, cada vez que te miro a los ojos, cada vez que escucho tu voz.


Y  te voy a decir que sí cuando, en otras vidas, te cruce en alguna esquina y tu perfume me robé un suspiro, tu mirada me pierda en la inmensidad del universo y tus caricias me inviten al jardín perdido de tu amor.


Imágen tomada de la web

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022

domingo, 17 de abril de 2022

Tiempos.


 


Soltar. Sanar. Volar. Seguir el camino, solos, sin rumbo. Vivir mirando hacia adelante, como si el pasado no hubiera existido. Borrar de golpe sentimientos, emociones y vivencias que se construyeron a través del tiempo.


Matar eso que nos duele, que nos sangra, que nos hace quedarnos quietos, en un rincón, abrazados a nuestras rodillas, mientras escondemos las lágrimas, para que otros no nos digan soltá, saná, volá.


¿Acaso piensan que nos gusta estar así? ¿Que disfrutamos con el dolor? ¿Que podemos eliminar con un botón los besos, las caricias, las risas, los años que compartimos? ¿Tal vez existe una fórmula que se bebe por la noche y, al despertar, renacer con otra memoria, sin el dolor de no sentir más su aroma, de no volver a escuchar su voz?


Vivir. Como si fuera fácil levantarse sin que te duela cada músculo, cada fibra, cada célula de tu ser, porque sabés que por esa puerta no va a entrar nunca más tu amor. Ese amor con el que compartiste todo, que supo de tus peores demonios y que te convirtió en un ángel tan solo con una mirada!


Sanar lleva tiempo, quizás el mismo tiempo que te costó contruir todo ese mundo que ahora no está, que se esfumó, que en un abrir y cerrar de ojos desapareció, dejándote sola en medio de la nada, con las manos temblorosas y los labios secos.


Seguir. Sin saber a dónde, porque las huellas del camino se perdieron y no hay nubes para ver si las estrellas te guían. Seguir sin ganas, sin metas, sin horizontes. 


Y solo esperar que el tiempo cure todo, que la brisa calme las heridas, que poco a poco recuperes tus ganas, tu fuerza. A tu ritmo. Hasta que puedas volver a reír, a cantar, a soñar. 


Imágen tomada de la web.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022

lunes, 4 de abril de 2022

Decile.




Decile que ya no estoy, que me fui, que me cansé de esperarlo. Que la vida, a veces, me impulsa a saltar como resorte ante algo, que quedarme  quieta, estancada, esperando, no está en mi naturaleza.


Decile que sí, que lo amé hasta la locura, que el veneno de sus besos me llegó hasta la médula, que hubiera dado mi vida por él. Pero decile también que me cansé de hacer equilibrio, de caminar por una cornisa, sin saber si él iba a estar dispuesto a rescatarme.


Decile que me fui porque sus dudas me mataban, porque su incertidumbre me carcomía, porque me moría cada vez que daba un paso hacia adelante y dos para atrás.


Pero decile que a dónde él vaya, iré yo, no porque lo siga, sino porque me lleva adentro de su alma. Aunque lo niegue, mi nombre perturbara su mirada, pondra tensas sus manos, porque yo soy eso que él nunca  más podrá alcanzar.


Imágen tomada de la web

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022