martes, 16 de agosto de 2016

Ondas expansivas.



Algunas personas actúan sin saber que cada hecho tiene una consecuencia. Y que esas consecuencias ocurren en el momento menos pensado. Las ondas expansivas de nuestras vidas alteran todo a nuestro alrededor.

Como cuando se arroja una piedra en un lago, cada círculo de la onda altera un espacio cada vez más lejano del centro en donde comenzó todo. Y los seres humanos muchas veces, cuando menos queremos herir a los que decimos amar, más daño les hacemos. Porque tememos las consecuencias de la verdad, ocultamos nuestros sentimientos, negamos situaciones y callamos lo que necesitamos gritar a los cuatro vientos.

Pero nos quedamos ahí, en silencio,  sin decir ni hacer nada. Como si cada día alguien nos robase algo de la casa que construimos. Un día es una teja del techo, otro día un ladrillo de una pared, otro alguna canilla...hasta que llega un momento en que todo se derrumba sobre nosotros y sobre los que decimos amar.

Y decimos amarlos por costumbre,  por convención, porque tememos a eso nuevo que nos atrae, su misterio nos acerca pero a la vez nos mantenemos a cierta prudencial distancia, para no hundirnos en eso tan desconocido que quizás nos envuelva para siempre y debamos renunciar a todo eso que construimos y, sin darnos cuenta, fuimos perdiendo.

La onda expansiva afecta a todo lo que nos rodea, hagamos o no eso que deseamos. Solo la honestidad evita que lastimemos a esos que decimos amar. Solo la sinceridad con uno mismo es lo que evita que cada día desaparezca algo de nuestro entorno.