sábado, 24 de octubre de 2015

Tomemos un café.

Dale, vení. Sentemonos en esta mesa. Hace tiempo que no te veo y la verdad que me asombra a mí misma no sentir nada al verte. No te asustes, sé que seguís con tus miedos a perder eso que tantos años demoraste en construir. Sé que te mueve un interés que no es afectivo.

Dale, yo ya sé que sos un cobarde y tu incapacidad de verte a vos mismo hace que lastimes a los demás. Que te afeites por las mañanas no significa que alguna vez en toda tu vida te hayas mirado una sola vez al espejo y navegado por las profundidades de tu alma...te aseguro que huirías espantado de vos mismo.

Te tuve lástima. Te supe solo, perdido en medio de varios frentes de tormentas, me pediste ayuda y te la di, sin esperar nada a cambio y de todo corazón. Y sin darme cuenta, me fui hundiendo en tu precipicio, porque quería sacarte de ahí, porque me pedías que te ayudara, pero cada vez que intenté hacerlo, encontré un cuerpo muerto, que se negaba a moverse, inerte.

Y estuve a punto de hundirme en tu pantano. Estuve a punto de ahogarme en tus aguas sucias, dejando de lado todo. Hacía tanto tiempo que estaba cerca de tu ciénaga que no sentía el mal olor que te rodeaba, y que tambien se me había impregnado.

Me costaba alejarme, porque cuando ves a alguien hundiéndose en un pantano y pidiendo ayuda, es imposible dejarlo y ser indiferente. Pero estar en ese lugar era tu decisión. Y yo no quería eso. Hasta que un día me di cuenta de todo lo que había pasado, de lo que había dejado de lado por tratar de rescatarte. Me sentia confundida porque me pedías que te salvara de hundirte, pero no hacías nada para salir por tus propios medios.

Y tuve que dejarte, porque si no me hubiera hundido, me hubiera ahogado. De hecho, ma faltaba el aire, pero yo creía que era normal sentir eso cuando tratás de rescartar a alguien que te mira como si fueras su última tabla de salvación.

No, mejor no, tenés razón. No tiene sentido sentarnos juntos a tomar un café y explicarte todo esto. Vos no lo entenderías. Mejor el café lo tomo con quién supo salir solo de sus propias aguas movedizas, con quien tuvo la valentía de sacar fuerzas de donde no las había y atreverse a cambiar su historia. Deja, seguí caminando con la cabeza gacha, mirando para otro lado, como si nunca nos hubiéramos conocido. Seguí cambiando de vereda cada vez que me veas, porque los pantanos y los precipicios ya no están en mi camino.

Verdad.

La verdad es algo que todos creemos poseer, y sin embargo, no existe la verdad absoluta, nadie es dueño de esa verdad total y, a decir verdad, la verdad es una construcción que hacemos entre todos.


Muchas personas viven gritando que ellos tienen "la verdad". Y creen sin dudar a quien les miente descaradamente, ya sea por lástima o por miedo a perder algún beneficio que tiene estando junto a esa persona. A veces, para disimular frente a los demás, prefieren pensar en que eso es "la verdad" antes que asumir el engaño y recomenzar la relación desde cero, construyéndola, ahí si, desde la verdad.

Quien acepta una mentira, o se niega a conocer esa verdad que se oculta, construye sobre arenas movedizas. La relación será permanentemente inestable, ya que cualquier acción del otro estará bajo sospecha, y se vivirá con la zozobra constante de no saber cuándo, en qué momento, esa verdad negada y desconocida se le enrostrará en la cara, gritándole a la vista de todos su cobardía a descubrirla.

Quien miente u oculta la verdad, simplemente engaña. No existen las mentiras por amor, porque el amor no miente. La verdadera base del amor es exponerse ante el otro con la cruda y descarnada verdad, para que ese otro nos acepte como somos. Si nos mostramos distintos, si disimulamos un defecto, si decimos algo que realmente no pensamos para quedar bien...mentimos...Porque tarde o temprano, nuestra esencia saldrá a la luz y se sacudirán los cimientos de esa relación nacida de una mentira.

La verdad duele, pero no mata. La mentira poco a poco va asesinando la confianza, el respeto y el amor que podemos sentir por el otro. La verdad, como un rompecabezas, posee muchas partes. ¿Tendrías el valor de juntarlas todas para armar el puzzle de tu vida y conocer, de verdad, quién está a tu lado? ¿Resistirías enterarte de las mentiras que te rodearon?

Abrir el alma en dos, mostrar nuestro más profundo yo, con todas sus oscuridades, y correr el riesgo de que el otro no acepte ese monstruo que existe encerrado. Si nos acepta con el conocimiento de esa gran verdad...será que el amor es verdadero.

sábado, 17 de octubre de 2015

"A mi próximo amor".


Te escribo sin conocer tu rostro o tu nombre. Sólo espero que tu corazón tenga la paciencia suficiente para intentar conocer las profundidades del mío. ¿Sabes qué? No es fácil la vida junto a mí. No es simple aprender a convivir cuando toda la vida se estuvo sola.

Tuve que aprender a tomar decisiones sin recibir apoyo o consejos de nadie, era un camino u otro, cara o cruz. Tirar la moneda y aventurarme a lo que viniera. Tuve que aprender a llegar a casa y no poder derrumbarme. Tuve que aprender a llorar durante la noche, maquillarme y salir con una sonrisa a la mañana siguiente, porque siempre fue mi único sustento.

Vas a pensar que tengo una coraza, que quienes pasaron por mi vida me han dejado heridas y cicatrices, que me duele el alma...Lo de la coraza es cierto, y te aseguro que quisiera que me tengas el amor suficiente para aprender a quitármela, ¡cansa tanto llevar todo ese peso!...Lo de las heridas y las cicatrices...tambien es cierto, sin embargo he aprendido que quienes nos lastiman tienen más problemas que quien es lastimado. Yo, después de un tiempo, he logrado curarlas y mis cicatrices solo son las pruebas de que he vivido. Son el mapa del recorrido que transité y que me llevan hacia tu camino.

Te escribo porque quiero que sepas que detrás de la armadura existe un ser frágil, que no pide que pelees sus luchas, sino que seas un remanso para tomar más fuerzas. Te escribo porque necesito que comprendas que en mi mirada vas a encontrar las respuestas a esas preguntas que tal vez nunca pueda contestar con mi voz. Te escribo porque es la forma más certera de expresar todo lo que llevo por dentro.

Quizás no nos crucemos nunca, y quizás no leas nunca este escrito, pero si alguna vez llegamos a encontrarnos, quiero que sepas que yo tambien espero ser tu remanso, la persona en la que puedas quitarte los miedos y recuperar las fuerzas para salir a enfrentar tus batallas.