domingo, 29 de septiembre de 2013

Religión



Todos necesitamos la fe para vivir, y cada cual tiene su propia fe, sus creencias ancestrales y profundas arraigadas en el fondo del alma y del tiempo, atadas a nuestras fibras más íntimas y clavadas en lo más hondo de nuestro ser.

Buscamos aferrarnos a algo que esté más allá de nuestra propia percepción y que nos genere una sensación de protección y bienestar, algo que nos ayude a convencernos a nosotros mismos que estamos cubiertos y bendecidos para emprender los más locos proyectos que tenemos.

Dios, Alá, Buda, Vishnú, Brahama...santos, vírgenes y mártires que marcaron la historia para enseñarnos algo, seres esenciales que nos alumbran el camino para tomar decisiones y encomendarnos a su cuidado en el misterioso sendero llamado "vida" que debemos atravesar.

Y, a riesgo de parecer profana, confieso que mi religión es el cuerpo del hombre que amo, que mi templo son las cuatro paredes en donde el universo se manifiesta en todo su esplendor, que mi altar es el rectángulo en donde lo adoro sin culpa, sin pecado, sin miedos a ninguna clase de castigos divinos. Que mi paraíso es el aroma de su piel, convertido en manta, abrigo y sombra, y que la bendición de sus manos recorriendo mi espalda es el milagro más sagrado que he conocido.

 Que en sus brazos descubro que el más allá existe, atravesando una galaxia ilimitada, volando juntos hasta el infinito, olvidando todo lo que nos rodea, estallando en mil estrellas y convirtiéndonos en soles, en nubes de gas cósmico que llevan su semilla a cada rincón del universo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Regalos




De vez en cuando nos gusta encontrarnos con un paquete enorme, con un llamativo moño en color contrastante y que adentro esté aquéllo que tanto anhelamos...La vida nos impuso que un regalo debe ser caro, que tenemos que demostrar nuestro afecto con cosas.

Y a mi me gustan los regalos que no cuestan nada y valen mucho. ¿Suena contradictorio, no? Sin embargo, no veo mayor valor que encontrar en los ojos de alguien honestidad; en sus manos, calidez; en su voz, sinceridad. El mejor regalo del mundo es recibir el mensaje de una persona amiga de la que hace tiempo no tenías noticias y, así, de repente, quiera regalarte una hora de su vida para saber cómo estás.

Me gusta que la vida me haga regalos. La vida me regala la presencia de mi madre, su abrazo, su caricia. Y de repente, no encuentro mejor devolución de obsequio que subirla a mi coche y llevarla a pasear, llevándola a esos lugares que tanto quería conocer, sintiendo su presencia conmigo..
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La vida me ha hecho otros regalos. Escuchar la voz de amigas lejanas (por distancia, pero están aquí, en mi corazón) y poder tener largas tertulias, hablando de todo y de nada, simplemente compartiendo unas horas, perdiendo un tiempo precioso ellas conmigo y yo con ellas, para calmarnos los dolores, las tristezas, para reírnos de pavadas y filosofar sobre esas cosas de las que hablamos las mujeres cuando nos juntamos en "aquelarre".

La vida me regala cariño de las personas más impensadas, las palabras de seres que tal vez conozco sólo a través de la pantalla y, sin embargo, se preocupan por mí con un mensaje, con una pregunta, con tanto cariño que sólo queda agradecer a la vida por ese obsequio tan hermoso.

El mejor regalo del mundo es que el otro te obsequie su tiempo y su atención, nada tiene tanto valor como eso. Ni un celular, ni un vestido, ni la fiesta más cara del mundo se compara con la sonrisa del ser que amamos, con escuchar su carcajada pura y profunda...

Si, ya lo sé, me gustan los regalos valiosos.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Partidas







Nos duele dejar ir a quien queremos y admiramos. Nos parte el alma pensar que toda esa energía que nos transmitía una persona ya no va a estar presente para darnos ese latigazo al alma para decirnos que hay que seguir adelante, a pesar de todo, que la vida es eso y para eso vinimos a este mundo...Para vivir.

En nuestro egoísmo queremos aferrarnos a la persona física, al cuerpo, al molde que envolvía ese espíritu guerrero que nos ayudaba a mantenernos en pie, mostrándonos y demostrándonos que no se puede claudicar cuando tenemos un sueño. Que, contra viento y marea, hay que perseguirlo hasta alcanzarlo....

Y no pensamos que quizás sea el tiempo de partida de ese ser, que merece un descanso en su lucha, que ya dio suficiente pelea a tantos frentes, que libró tantas batallas, que demostró más fuerza de la que tal vez él o ella misma pensaban...Y también sintieron que desfallecían, que ya no podrían más, que solamente querían bajar los brazos y renunciar a todo...Sin embargo, siguieron adelante, solos, incomprendidos, furiosos, remando en contra de la corriente para salir adelante de todos sus problemas...

A todo guerrero le llega su reposo, y cada uno de nosotros debe saber que ellos, los incansables, los batalladores, los luchadores, los que parece que se comen el mundo a mordiscones porque la vida no les dio otra opción...también se cansan y dicen basta. Y, cada uno de nosotros, debe aprender a dejarlos ir, porque les llegó la hora de su merecido descanso. Les llegó la hora de relajarse, de bailar todo lo que no pudieron, de reunirse con otros guerreros que los están esperando con los brazos abiertos y un gran aplauso de cierre de función...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Terremoto




Hay días en que la tierra tiembla...Y tiembla porque desde nuestro interior, las placas tectónicas de nuestras emociones se sacuden de tal forma que todo se conmueve. Revienta nuestro suelo afectivo, se agrietan nuestras calles emocionales porque llevamos acumulando una energía que es necesario dejar expandirse.

Y, literalmente, reventamos en un movimiento sísmico simbólico, para poder... sacarnos de encima nuestro esos sentimientos que amenazan nuestras estructuras emocionales. Para algunos eso parece triste, desagradable, malo...sin embargo, ese terremoto interno sirve para poner algunas cosas en su lugar. Para corrernos de un lugar en el que ya no podemos estar y hacer efectivos algunos cambios imprescindibles. Tras el temblor, vemos algunas cosas con más claridad, se nos calma la mente, las ideas se ordenan.

Y nos damos cuenta que nos hacía falta esa sintonía cósmica con el universo, como cuando para liberar su energía explota una estrella y nace un nuevo sol...O con lo más profundo de nuestro planeta, que se mueve para dar nueva forma a su geografía.

No tengamos miedo a estas explosiones...A veces nos asusta, como todo temblor, el cambio que nos trae. Nos duele perder objetos, afectos, elementos y personas a los que nos aferrábamos, pero que, de repente, debíamos dejar ir, para poder avanzar y cambiar.

Hoy tuve un terremoto de esos en que todo vuela por los aires...Y al bajar la polvareda y al comenzar a ver claro, algunas cosas se empezaron a acomodar solas...Soy un acontecimiento geológico (y meteorológico) ambulante. Cada persona, cada uno de nosotros, somos pequeños universos en formación y expansión...Estallemos, como las estrellas, temblemos y reacomodemos nuestras placas, como la tierra.