sábado, 10 de diciembre de 2016

Novela.

Les dejo fragmentos de la novela que estoy escribiendo, fue un proceso muy largo y muy corto a la vez. Espero pronto poder contarles que ya está editada en un libro. Gracias!







Las temidas.


A ellas les temen. No se les acercan porque su rechazo o su amor puede ser letal. Letal en el sentido de exclusivo, único, exigente. Un amor que no permite caídas, que no perdona desvíos. 

A ellas les temen porque debieron hacerse fuertes, y casi nadie sabe como cuidar a una mujer que sabe protegerse a sí misma. Que tuvo que aprender a nadar entre tiburones, que cada mañana debe salir a enfrentarse con sus miedos, con sus sombras, con sus pecados. Una mujer que cada noche debe redimirse ante sí misma, confesarse frente a su espejo, y perdonarse cada error cometido.

A ellas les temen porque tuvieron que aprender a tomar decisiones, a definir situaciones, a no preguntar ni consultar con nadie que debe hacer, a donde ir ni que comprar. Tuvieron que vencer todos los prejuicios y torcer brazos, cambiar rumbos, modificar rutas por el simple hecho que nadie más estaba ahí para preguntar, para dar su opinión, para compartir la responsabilidad.

A ellas les temen porque se hicieron cargo de sus vidas, porque salieron a la calle con su grito de guerra clavado en las entrañas, porque ellas no podían ni querían darle lo mejor de sus vidas a quien no fuese digno de ellas.

A ellas les temen porque desconocen qué se esconde en lo más profundo de sus corazones, porque ignoran cuales son sus sueños más preciados, porque temen no poder responder a sus exigencias. Ellas, que se mueren por amar, que entregaron incondicionalmente su alma y su cuerpo, que se equivocaron y volvieron a empezar. Ellas, que saben lo que quieren y a donde quieren ir, les dicen las temidas.

Somos el milagro.

Estamos tan acostumbrados a lo que tenemos que pensamos que siempre va a estar ahí, a nuestro servicio. Creemos que todo en la vida es estático y fijo...y no, en la vida todo fluye y de un día para el otro el mundo se nos da vuelta, quitándonos eso que, pensábamos, nos pertenecía por derecho.

Y no, nada nos pertenece, nada es fijo e inmóvil, nada se queda eternamente con nosotros. Ni personas, ni objetos, ni siquiera nuestro propio cuerpo. De repente un día la vida nos sorprende con una lección inesperada, y nos vemos agradeciendo el simple hecho de estar vivos, de respirar, de abrir los ojos, de poder hablar.

Y debemos volver a aprender. A mirar el mundo de una forma nueva y diferente. A que nuestro entorno se modifica y debemos modificanos nosotros mismos. Aunque no queramos. Porque la vida no nos dio otra opción.

Si estas leyendo esto, si pudiste abrir los ojos, es por el inadvertido hecho de inhalar y exhalar oxígeno en nuestros pulmones, algo tan sencillo y milagroso.

Somos un milagro. Somos una maravilla. Y muchas veces no nos damos cuenta.

Te escribo a vos.

Hoy te escribo a vos, porque debo reconocer que has sido más fuerte de lo que pensaba. Porque nunca te dije que, mirando hacia atrás, hiciste cosas que jamás hubiera creído posibles.

Sos una sobreviviente, has renacido en más de una oportunidad, intentaron vencerte, herirte, y a pesar de todo, seguiste soñando. Peleando por tus sueños. Enfrentaste a tus miedos y tuviste que aprender que mirarlos de frente y atravesarlos es la única forma de vivir.

Sufriste como cualquier otra mujer, como tantas otras personas en el mundo, como cualquiera y como nadie. Porque tu dolor fue tuyo y solo vos podías aceptar el proceso de curación, largo y complejo. 

Porque cerrar una herida no es coserla y olvidar. Es curarla desde lo más profundo, sacarle toda la infección, que se reconstruyan los tejidos, reales y emocionales, para que nazca una piel y un alma nuevas.

Te escribo porque te lo debo, porque me enojé mucho con vos cada vez que tropezaste, porque te exigía alcanzar un sueño que no era para vos, porque tenía la urgencia de encontrar algo que todos llaman felicidad, pero no me daba cuenta de que sólo buscaba responder a un mandato. Y la felicidad la tengo todos los días, en mí misma, conmigo.

Te debo este escrito porque cada día aprendo un poco más de mi misma. Te lo debo porque tuve que descubrirte para descubrirme, para abrirme, para pisar fuerte, porque tuve que levantarme cada vez que te caíste para poder seguir adelante.

Si hoy sonrió es porque vos lloraste, si hoy camino es porque vos te caíste, si hoy tengo cicatrices es porque vos tuviste la paciencia de cerrarlas. Si hoy soy feliz es porque vos me mostraste la enseñanza en cada experiencia vivida.

Buscar la felicidad.

Nos pasamos la vida buscando la felicidad y resulta que siempre está ahí, al lado nuestro, en pequeñas cosas que tal vez no disfrutamos porque esperamos algo más grande, algo más importante, creemos que tiene que pasar algo sorprendente para ser felices.

Hasta que un buen día te das cuenta de que "eso" es mucho más sencillo, que ser felices depende de uno mismo, de aprender a disfrutar ahora, este momento, en que vos me lees, en que yo te escribo. Es valorar el clima que nos toca, porque la lluvia y el frío hacen falta para que las flores y los frutos sean más fuertes, más sabrosos. 

Sentir que amamos lo que tenemos, que lo que no nos falta nada más, que somos seres completos y vibrar en sintonía con el universo. Saber que por el simple hecho de estar vivos ya somos felices, y todo lo que venga de ahora en más es sumar a nuestra plenitud. Ser feliz es valorar y valorarse

Testamento y última voluntad.

Yo, Cristina Vañecek, dni Xx.Xxx.xxx, en ¿pleno uso de mis facultades mentales?, soltera, sin herederos reconocidos, dejó escrita mi última voluntad para que se cumpla al pie de la letra:

*Como no tengo herederos reconocidos, pienso deshacerme de todos los bienes que tenga, vivir los últimos días de mi vida "como si fuera el ultimo día de mi vida".

*Irme sin hacer ruido. En silencio, sin que nadie se de cuenta, en medio de las risas, la música, el disfrute.

*Si llegaran a velarme, que sea a cajón cerrado (soy donante de organos y no se como quedaré después de la ablación). En donde van las coronas quiero gigantografias de mis mejores fotos, en mis momentos más plenos, lo que estará en el ataúd no seré yo.

*Pongan música. Festejen. Recuerden mis chistes, mis disparates, si alguna vez hice alguna cosa buena por ustedes, sepan que les agradezco que me hayan dado la oportunidad de ayudarlos o escucharlos, o leerlos...porque en esa oportunidad fueron ustedes los que me ayudaron a mi!

*En lo posible, no quiero ataúd. Y no quiero entierro, quiero que me lleven a alta mar y allí ser arrojada al océano, para retornar al lugar en donde se originó la vida. (Si no queda otra que la cremación...y bue...tiren las cenizas.)

*Eso que ya no tendrá vida, no seré yo, no lo conserven, el cuerpo se corrompe, pero el recuerdo siempre estará vivo.

*Recuérdenme, ustedes serán los únicos testigos de mi existencia. Ustedes y mis hijos escritos, que espero vuelen muy lejos y logren acariciar algún alma, que necesite encontrar en mis palabras contención, consuelo, complicidad, empatía. Ojala logre hacerles reír, emocionarse, pensar.

El alma, el espíritu jamás muere mientras alguien los recuerde. No importa nada mas. Los restos no se alaban, no se adoran, no se les rinde culto. Nada es mas sagrado que la huella que dejamos en la vida de los otros.

Te dicen...

Te dicen "así no vas a enganchar a nadie". Te dicen "tenes demasiadas pretensiones". Te dicen "con esa forma de ser, los tipos salen corriendo, tenes que hacer que no sabes tanto, a ellos no les gusta"...

Te dicen...y te hablan como si la vida de cada persona tuviera que regirse por un padrón específico, una orden a la que hay que obedecer: ponerse de novios, casarse, hacer fiesta, tener hijos, bancarse con una sonrisa situaciones que en otras circunstancias jamás se habrían pasado por alto.

Te dicen que para cumplir con esa norma no tenes que ser vos, que no muestres tu carácter, que finjas que sos otra persona, así "enganchás y te casás". Te dicen que no muestres hasta haber firmado tu carácter para que la víctima no salga huyendo a los brazos de otra persona.

Te dicen que para amar o conseguir amor hay que mentir. Te dicen que hay que engañar a la persona que va a acompañarte toda la vida. Te dicen que mientas para no quedarte sola.

Hasta que un día ti verdadero yo sale a la luz a gritos y esa persona a la que engañaste, con quien fingiste ser otra persona te mira desconociéndote, preguntando que fue lo que te hizo cambiar tanto.

La frustración les gana a ambos. La relación se vuelve corrosiva porque durante mucho tiempo escondiste quien vos eras en realidad. Ninguno de los dos tiene lo que buscó, lo que soñó. Una vez descubierta la mentira, la verdad duele el doble. Uno por sentirse engañado, el otro por haberse mostrado como no era.
El amor debe encontrarte puro, pleno, siendo vos mismo, y si nadie se atreve a amarte, no tengas miedo, la soledad siempre es mejor que la hipocresía!

Qué hago cuando miro al cielo.

Pongo mi mente en blanco y busco sentir los sonidos que el silencio me acerca. El canto del viento entre las hojas de los árboles, el aleteo de las aves, sus llamados.

Huelo profundamente los aromas de la tierra húmeda, de la hierba, las delicias que me regalan las flores, mientras la nada misma (o el todo mismo) me invaden.

Cuando miro al cielo es mi momento de meditación, de parar la pelota y que el mundo se detenga a mi alrededor durante unos instantes. El tiempo necesario para vaciarme de todo, y volverme a llenar, de sacar lo que viene pesando en el alma y la mente y de embeberme de cierta inocencia natural.

Cuando miro al cielo agradezco profundamente estar viva, poder sentir, saber que existo y que seguramente la eternidad se parece mucho a ese momento en que miro al cielo y soy una con el universo.

Gracias.

Y un buen día despertás sintiendo la fragancia de la paz. Que a tu alma llegó la quietud, luego de hacerte muchas preguntas. Hasta que, de a poco, la vida te fue dando algunas respuestas.

Sentís la luz del sol acariciando tu rostro, abrís las ventanas de par en par, respirás profundo y ya nada duele. Y te sorprende que sea así, de repente.

Solo que no fue de repente, fue un proceso, largo, en donde debiste quedarte curando tus heridas, una a una, evitando exponerlas a que alguien las vuelva a abrir. Tuviste que saber esperar, darte un respiro, para tener las fuerzas necesarias y volver a abrir las alas y poder volar!

Y cuando mirás hacia atrás te das cuenta de que todo formaba parte de un plan perfecto, que va más allá de tu comprensión y que vos lograste tu libertad. Que ahora, después de tanto y de todo, tu alma brilla de nuevo y disfrutas de la luz, de la brisa, de la fragancia de las flores.

La vida es una gran maestra, que se encarga de repetirte la lección las veces que sea y de todas las formas posibles, para que aprendas tu lección. Gracias a la vida...que me ha dado tanto...y gracias a la vida por lo que me quitó, porque no debía estar en mi camino.