domingo, 6 de diciembre de 2015

Balance-

LLega ese momento del año en que todos hacemos nuestros balances. Otro año más que finaliza, y muchas cosas son cotidianas: corridas, rutina, trabajo. A veces algunos hechos nos sacan de nuestro eje, y es costoso volver a encontrar el equilibrio entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que queremos hacer.

En algunas circunstancias queremos irnos muy lejos, encontrar un lugar en donde nadie nos conozca, en donde no necesitemos contar esas historias que nos lastimaron, en donde podamos crearnos una nueva vida real. Pero siempre sabremos que, a la vuelda de la esquina, nos encontraremos con nuestro pasado, con eso que quisimos desaparecer pero que sólo lo escondimos temporalmente a nosotros mismos.

En otros momentos desearíamos tener una máquina del tiempo y viajar al instante en que tomamos esa decisión que nos trajo tantos vaivenes, hablar con esa que fuimos y contarle qué consecuencias tendrán sus actos. Pero tambien sabemos que cualquier modificación del pasado cambiaría radicalmente quienes somos, nuestra más íntima esencia.

Mirar hacia atrás, a la larga, tiene que traernos la satisfacción de saber que, más allá de los resultados que obtuvimos, todo lo que hicimos fue con el corazón. Que jamás lastimamos a nadie a consciencia y que, nuestra primera y primordial fidelidad fue con nosotros mismos.

Mi balance es positivo: hoy mi corazón no guarda rencores, asume sus responsabilidades, más golpeado, pero más maduro, con la tanquilidad de esperar lo que vendrá con una gran sonrisa!!

martes, 24 de noviembre de 2015

Final feliz.

En la vida tenemos que aprender que no todo es como soñamos, ni como nos contaron o predijeron. De pequeños, en los cuentos que nos relataban nuestros mayores, tras mucho esfuerzo, los protagonistas lograban eso que tanto querían. Los buenos vencían a los malos, el chico bueno lograba conquistar el amor de la princesa.

La vida es diferente. A veces los buenos no son tan buenos, la princesa no tiene ningún reino, y los malos terminan llevándose el premio mayor con total impunidad. El chico bueno, por más que se esfuerce a veces no logra alcanzar sus sueños y nada termina como los cuentos.

El final feliz no se alcanza nunca. Tal vez porque estamos esperando "un final feliz", una eterna fiesta de sonrisas, y la vida es una suma de momentos felices y de los otros. Por cada caricia la vida nos da una cachetada, muchas veces para despertarnos y hacernos reaccionar. La felicidad no es un claro en el bosque con mariposas y avecillas canturreando por los siglos de los siglos, sino lo que nos ocurre aquí y ahora, en este preciso momento, en que estamos vivos y podemos abrazar y ver a los ojos a los que amamos.

El "final feliz" será cuando, en el momento de dar nuestro último suspiro, recorramos nuestra memoria y rescatemos esos momentos que vivimos y no nos dimos cuenta de que fuimos felices. Con las sonrisas de nuestros hijos, con los abrazos de nuestros padres, con la mirada de la persona que amamos. Y si al hacer ese recorrido, al mirar atrás notamos que hemos sabido cosechar afectos, amistades, que de dejamos una enseñanza, que sin saberlo ni intentarlo hemos sido maestros de otros, que ayudamos a alguien a recorrer un camino, podremos decir que lo hemos logrado, que hemos sido felices...y ese sí sera, si perdices ni hadas, nuestro "final feliz".

viernes, 13 de noviembre de 2015

Llueve

Llueve, y esta noche ya no hay fantasmas, sólo está el camino que se abre a mis pies, hacia adelante, con historias nuevas por descubrir.

Llueve, y el agua purifica mi memoria y borra las huellas de todo aquéllo que lastimó, y me devuelve una luz a la mirada que hace tiempo que no tenía.

Llueve, y pienso en quien hoy me provoca una sonrisa, en quien sin saberlo me hace reír, en ese ser que, inconscientemente, termina por colocar ese bálsamo curados a mis heridas y las suaviza, sin buscar nada a cambio.

Llueve, y le agradezco las risas, le agradezco el sacudón emocional interno que me despierta y me hace abrir las alas, los brazos y los ojos.

Llueve, y el olor a tierra húmeda me regresa a mí misma, a quien yo era antes de todo lo que sucedió. Llueve, y me acuno en ese repiquetear de las gotas. Y sonrío.

sábado, 24 de octubre de 2015

Tomemos un café.

Dale, vení. Sentemonos en esta mesa. Hace tiempo que no te veo y la verdad que me asombra a mí misma no sentir nada al verte. No te asustes, sé que seguís con tus miedos a perder eso que tantos años demoraste en construir. Sé que te mueve un interés que no es afectivo.

Dale, yo ya sé que sos un cobarde y tu incapacidad de verte a vos mismo hace que lastimes a los demás. Que te afeites por las mañanas no significa que alguna vez en toda tu vida te hayas mirado una sola vez al espejo y navegado por las profundidades de tu alma...te aseguro que huirías espantado de vos mismo.

Te tuve lástima. Te supe solo, perdido en medio de varios frentes de tormentas, me pediste ayuda y te la di, sin esperar nada a cambio y de todo corazón. Y sin darme cuenta, me fui hundiendo en tu precipicio, porque quería sacarte de ahí, porque me pedías que te ayudara, pero cada vez que intenté hacerlo, encontré un cuerpo muerto, que se negaba a moverse, inerte.

Y estuve a punto de hundirme en tu pantano. Estuve a punto de ahogarme en tus aguas sucias, dejando de lado todo. Hacía tanto tiempo que estaba cerca de tu ciénaga que no sentía el mal olor que te rodeaba, y que tambien se me había impregnado.

Me costaba alejarme, porque cuando ves a alguien hundiéndose en un pantano y pidiendo ayuda, es imposible dejarlo y ser indiferente. Pero estar en ese lugar era tu decisión. Y yo no quería eso. Hasta que un día me di cuenta de todo lo que había pasado, de lo que había dejado de lado por tratar de rescatarte. Me sentia confundida porque me pedías que te salvara de hundirte, pero no hacías nada para salir por tus propios medios.

Y tuve que dejarte, porque si no me hubiera hundido, me hubiera ahogado. De hecho, ma faltaba el aire, pero yo creía que era normal sentir eso cuando tratás de rescartar a alguien que te mira como si fueras su última tabla de salvación.

No, mejor no, tenés razón. No tiene sentido sentarnos juntos a tomar un café y explicarte todo esto. Vos no lo entenderías. Mejor el café lo tomo con quién supo salir solo de sus propias aguas movedizas, con quien tuvo la valentía de sacar fuerzas de donde no las había y atreverse a cambiar su historia. Deja, seguí caminando con la cabeza gacha, mirando para otro lado, como si nunca nos hubiéramos conocido. Seguí cambiando de vereda cada vez que me veas, porque los pantanos y los precipicios ya no están en mi camino.

Verdad.

La verdad es algo que todos creemos poseer, y sin embargo, no existe la verdad absoluta, nadie es dueño de esa verdad total y, a decir verdad, la verdad es una construcción que hacemos entre todos.


Muchas personas viven gritando que ellos tienen "la verdad". Y creen sin dudar a quien les miente descaradamente, ya sea por lástima o por miedo a perder algún beneficio que tiene estando junto a esa persona. A veces, para disimular frente a los demás, prefieren pensar en que eso es "la verdad" antes que asumir el engaño y recomenzar la relación desde cero, construyéndola, ahí si, desde la verdad.

Quien acepta una mentira, o se niega a conocer esa verdad que se oculta, construye sobre arenas movedizas. La relación será permanentemente inestable, ya que cualquier acción del otro estará bajo sospecha, y se vivirá con la zozobra constante de no saber cuándo, en qué momento, esa verdad negada y desconocida se le enrostrará en la cara, gritándole a la vista de todos su cobardía a descubrirla.

Quien miente u oculta la verdad, simplemente engaña. No existen las mentiras por amor, porque el amor no miente. La verdadera base del amor es exponerse ante el otro con la cruda y descarnada verdad, para que ese otro nos acepte como somos. Si nos mostramos distintos, si disimulamos un defecto, si decimos algo que realmente no pensamos para quedar bien...mentimos...Porque tarde o temprano, nuestra esencia saldrá a la luz y se sacudirán los cimientos de esa relación nacida de una mentira.

La verdad duele, pero no mata. La mentira poco a poco va asesinando la confianza, el respeto y el amor que podemos sentir por el otro. La verdad, como un rompecabezas, posee muchas partes. ¿Tendrías el valor de juntarlas todas para armar el puzzle de tu vida y conocer, de verdad, quién está a tu lado? ¿Resistirías enterarte de las mentiras que te rodearon?

Abrir el alma en dos, mostrar nuestro más profundo yo, con todas sus oscuridades, y correr el riesgo de que el otro no acepte ese monstruo que existe encerrado. Si nos acepta con el conocimiento de esa gran verdad...será que el amor es verdadero.

sábado, 17 de octubre de 2015

"A mi próximo amor".


Te escribo sin conocer tu rostro o tu nombre. Sólo espero que tu corazón tenga la paciencia suficiente para intentar conocer las profundidades del mío. ¿Sabes qué? No es fácil la vida junto a mí. No es simple aprender a convivir cuando toda la vida se estuvo sola.

Tuve que aprender a tomar decisiones sin recibir apoyo o consejos de nadie, era un camino u otro, cara o cruz. Tirar la moneda y aventurarme a lo que viniera. Tuve que aprender a llegar a casa y no poder derrumbarme. Tuve que aprender a llorar durante la noche, maquillarme y salir con una sonrisa a la mañana siguiente, porque siempre fue mi único sustento.

Vas a pensar que tengo una coraza, que quienes pasaron por mi vida me han dejado heridas y cicatrices, que me duele el alma...Lo de la coraza es cierto, y te aseguro que quisiera que me tengas el amor suficiente para aprender a quitármela, ¡cansa tanto llevar todo ese peso!...Lo de las heridas y las cicatrices...tambien es cierto, sin embargo he aprendido que quienes nos lastiman tienen más problemas que quien es lastimado. Yo, después de un tiempo, he logrado curarlas y mis cicatrices solo son las pruebas de que he vivido. Son el mapa del recorrido que transité y que me llevan hacia tu camino.

Te escribo porque quiero que sepas que detrás de la armadura existe un ser frágil, que no pide que pelees sus luchas, sino que seas un remanso para tomar más fuerzas. Te escribo porque necesito que comprendas que en mi mirada vas a encontrar las respuestas a esas preguntas que tal vez nunca pueda contestar con mi voz. Te escribo porque es la forma más certera de expresar todo lo que llevo por dentro.

Quizás no nos crucemos nunca, y quizás no leas nunca este escrito, pero si alguna vez llegamos a encontrarnos, quiero que sepas que yo tambien espero ser tu remanso, la persona en la que puedas quitarte los miedos y recuperar las fuerzas para salir a enfrentar tus batallas.

viernes, 11 de septiembre de 2015

La leona.







Camina despacio. Espera. Agazapada en medio de la maleza, aguarda el momento exacto en que su presa aparezca. Tiene paciencia. Sabe que para sobrevivir, debe esperar.

Otro felina, del otro lado del sendero, más ágil, más audaz, menos paciente, salta antes, ataca, y ambas se mezclan en una batalla tan ancestral como el mundo, una pelea tan natural como la vida misma. La otra es más agresiva, tiene hambre, pero su hambre es más visceral, detrás de los altos pastos, sus cachorros miran el enfrentamiento por la comida. Ella, la leona, termina herida, agotada. Hace mucho tiempo que recorre la selva, pero su hambre no es salvaje.

Se aleja, sus heridas manchan el camino. Se esconde a curarse, a tener más paciencia, a esperar que sea su momento...

El tiempo ha pasado, y la leona asoma su hocico a la luz. Sus heridas cerraron. Huele el aire, percibe que eso que estaba esperando se encuentra cerca. No es carroña, no es un cachorro ni una presa enferma. Es un igual, un par, su destino.

jueves, 13 de agosto de 2015

"No eras vos".


"No eras vos, era ese otro, ese imposible, ese que no pudo ser. Era cerrar esa vieja historia, más vieja que tu presencia en mi vida, más antigua que nosotros mismos, que vos desconocías y que yo había olvidado.

No eras vos, era ese mismo que no pude amar, y que quedó pendiente en mi alma, en mi cuerpo, en mi corazón. Era el que busqué en otros cuerpos, en otras voces. Eran sus gestos, sus miradas, eran sus manos las que encontré, cuando te encontré.

No eras vos, ni fuiste nunca vos. Lo comprendí hoy, mirándome en un espejo que hacia muchos años había tapado con un velo. Fuiste el medio para que cumpliera ese sueño, para que diera fin a esa historia. Fuiste quien me hizo rendir ese exámen que mis miedos habían dejando pendiente.

Vivi con vos lo que no viví con él. Sentí con vos lo que no sentí con él. Experimenté con vos lo que no me permití experimentar con él. Nunca fuiste vos. Siempre fue él."

sábado, 8 de agosto de 2015

Vida.

"La vida me dio golpes, y también me regaló caricias. En algunos momentos subí montañas escarpadas sin más ayuda que mis propias manos, sin arneses que me sostuvieran y sin redes que contuvieran mis caídas, pero en otros tuve suaves pendientes por las que deslizarme sin esfuerzos.

La vida me entregó las sonrisas más dulces, las palabras más tiernas, los abrazos más cálidos, y también las despedidas más crueles, las miradas más frías, los silencios más sepulcrales. Tuve que llorar hasta desagotar todos los mares que hubieran en mi interior, tuve que gritar para que el universo escuchara ese dolor que me mataba, tuve que explotar iracunda para descargar la furia contenida. Y tambien reí al punto de dolerme el estómago, susurré para acariciar el alma de quien amé y logré la paz más íntima y profunda que nadie pudiera alcanzar.

Caminé en medio de las estrellas y rodé por el abismo, me dejé fluir en medio de lagos y nadé contracorriente en remolinos mortales. Morí y volví a nacer cada mañana, cada lágrima, cada sonrisa. Tuve miedos y me atreví, rompí todo y construí mucho, terminé y volví a empezar.

Porque cada día, cada mirada, cada gesto es un renacer constante, que nos obliga a reconstruirnos para aprendernos, para armarnos, para poder conocer quienes somos y qué somos capaces de hacer, de sentir, de lograr.

Amé, odíe, recordé, olvidé, guardé, solté, protegí, acusé, deje partir, permití entrar, y al final del camino descubrí que todo eso debía pasarme para saber quién era, quién soy y hacia dónde quiero llegar."

domingo, 19 de julio de 2015

El vengador.








Te hicieron daño. Las personas en quien más confiabas. Tus amigos, tu gran amor. Te mataron en vida. Sentite que todo había terminado, que ya no había más oportunidades, que en las cuatro paredes que te encerraban iba a acabar todo.

Tu dolor creció día a día, se transformó en un tumor maligno, dañino, a punto de explotar dentro tuyo. Hasta que un día, un milagro, te dio la oportunidad de vengarte, de hacerles a aquéllos que te traicionaron, lo mismo que te hicieron. De que padezcan tus dolores, de que sufran tu decepción, de que transiten, paso a paso, el mismo camino traicionero.

Pero, en definitiva, tu venganza no ha de ser contra ellos. Tu venganza se vuelve contra tu propia persona. No los castigas a ellos, te castigas tú mismo. Porque lo que no perdonas no es a los que te mintieron, sino que tú les hayas creído. Te duele no haber dudado ni una sola vez. Te fastidia hasta el dolor no haber adivinado el mal que se gestaba a tus espaldas. Te molesta hasta lo más hondo de tu ser no haber advertido ni una sola mirada, ni un gesto, ni un tono de voz, que te hiciera notar que no todo era como tú pensabas.

No te estás vengando de ellos, sino del ser inocente que eras antes de ese hecho. No estás haciéndoles pagar a ellos la traición, la estás pagando tú mismo, caminando con ellos cada metro del recorrido, buscando el momento en que podrías haberte dado cuenta de que las cosas eran distintas.
Tu venganza se vuelve contra tí, porque retrocedes en tu historia para que, como en un juego de ajedrez, descubras por qué te hicieron jaque mate. Y, tal vez así, perdonarte, expiar tu pecado de inocencia y credulidad.

lunes, 6 de julio de 2015

Infiel.

"Las mujeres que descubrieron una infidelidad, deben comprender una cosa: la "culpa" no es de la otra mujer con la que sus maridos las engañaron, sino de ese hombre que no cumplió su parte del trato que firmaron ambos ante un juez, ante un Dios y ante sí mismos. Fue su falta de valor para decir qué no les gustaba de su vida en común. Fue su cobardía de prometerle tácitamente a otra persona cosas que jamás cumpliría. El hombre infiel engaña a ambas mujeres, sabiendo que su "socia" lo perdonará siempre, en tanto y en cuanto ella sea dependiente de él, ya sea en lo económico o en lo afectivo. 


El hombre infiel buscará denigrar tanto a esposa como a amante. A una le dirá que lo olvidó por la casa, por los hijos, por sus actividades, que ya no lo "atiende", que deja sus quehaceres domésticos. A la otra, le dirá que lo buscaron, que lo acosaron, que lo engañaron, que aprovecharon un momento de debilidad para llevarlo a un lugar a donde él no hubiera ido de estar íntegro.


Todo eso para halagar su propio ego. Para sentir de qué son capaces de hacer esas mujeres para quedarse con él. Al contrario que en la naturaleza, donde los machos pelean por el favor de las hembras, la especie humana hace que las mujeres se enfrenten para lograr "el amor" de un hombre. La más ingeniosa, la más sutil, la más audaz, la más dulce, la más tonta o la más inteligente, podrá ganar el juego, todo depende de qué busque él. Tal vez, ninguna ganará nada. Ambas perderán su dignidad. Una para tratar de cumplir las promesas incumplidas para escuchar el "nunca prometí nada". Otra, para exigir lo firmado hace varios años, tironeando de una cadena oxidada. Él, en medio de lo mejor de los dos mundos, será el premio, el botín, el muñequito que sólo adornará la mesita de luz, hasta que una mañana la ganadora, se levante y descubra que el juego comenzó, con otra protagonista, más joven, más audaz, mas inteligente, más bonita.

La ganadora, ya sea la esposa en un nuevo intento de unir lo que ya no tiene arreglo, o la amante en el rol de compañera oficial, verán repetir la misma historia una y otra vez, como en una espiral sin fin, ocupando lugares distintos en la reconstruccion de una mala película. Porque el problema no es la esposa o la amante, o las amantes. El problema es el hombre, que en su inmadurez, no comprende que el respeto y la confianza son la base primordial del amor. Y el que engaña, no respeta. Y quien sufre el engaño, dificilmente pueda volver a confiar."

martes, 30 de junio de 2015

El encuentro


"Ella caminó despacio. Entró, sabiendo que era su último destino, el lugar del que sólo saldría cuando ya no le quedara aire en los pulmones, cuando su cansado corazón diera su latido final. No era tan malo como había pensado. Su cuarto era luminoso, la dejaban realizar actividades, podía recibir las visitas de todos los amigos que había cosechado durante su vida, esas personas a las que ella había elegido que la acompañaran hasta ese momento, poca gente, pero de esas personas de las que una se siente orgullosa de haber conocido y de mantener en el tiempo.
No llegaba a ese sitio por enfermedad. Era consciente de que a su edad ya no podía estar sola en una casa grande, que necesitaba ayuda y cuidados. Nunca se creyó omnipotente. Conocía sus límites, sus debilidades y su audacia se limitaba a la velocidad de sus pensamientos, a la picardía en su mirada, a la risa repentina y estentorea que le provocaba alguna situación.
Se sentía en paz. Luego de acomodarse, decidió recorrer el lugar, conocer a los otros "inquilinos" que lo habitaban, como ella, sabiendo que sólo se irían "para siempre". Saludó a unos, se presentó con otros, caminó hacia el saloncito. En un cono de sombras descubrió a alguien, sentado en una silla de ruedas, solo y obstinado en permanecer alejado del resto.
En su cabeza sonó una frase, un recuerdo lejano que le dejó la piel de gallina, algo que le había dicho a alguien, hacía mucho tiempo. Él se había reído. Ese geriátrico había sido una vez un albergue transitorio, el lugar en donde él había tenido sexo por primera vez en su temprana adolescencia con una mujer mayor. Ella le propuso ir y el le dijo que se había convertido en un hogar para ancianos. "Seguramente coincidiremos ahí, y haremos carreras de sillas de ruedas!", le dijo divertida. El se sonrió. No entendía mucho sus chistes.
La profecía se había cumplido a medias. Si bien ambos tenían la misma edad, él parecía mucho más viejo, más desgastado, abandonado a su suerte, teniendo tanta gente alrededor. Ella seguía inquieta, más lenta que antes con el cuerpo, pero con la misma agilidad mental. Se le acercó. El siguió allí, quieto, oscuro, solo, alejado de todos. Hosco. No la miraba, porque no la veía. Nunca había visto nada que sobresaliera de su propia persona. Nunca le había importado nada que no fuera él mismo. Nunca había hecho otra cosa que conmiserarse de lo que a él le pasaba.
Ella lo llamó por su nombre. Él la miró, Le preguntó como sabía su nombre si él no la conocía. Ella sonrió, algo irónica, y dijo: "mejor así". Ella aún tenía sus piernas, dio media vuelta y salió al jardín, en donde el sol brillaba fuertemente. La vida cobraba todo. Y con ella había sido generosa.

viernes, 19 de junio de 2015

Aves del Paraíso.

Algunas mujeres somos aves del paraíso, raras, únicas, libres. Dueñas de una libertad absoluta, lejanas. Hemos escapado de los cánones sociales, de los mandatos. Logramos desoír las órdenes milenarias de cuál es nuestra misión en este mundo y logramos hacer eso que el corazón nos manda y las entrañas nos obligan.


Sin embargo, en alguna que otra oportunidad, los ciclos vitales nos empujan a olvidar nuestra naturaleza, las hormonas nos juegan una mala pasada y pensamos que, tal vez, nuestro destino era muy diferente al camino que veníamos transitando. Y dejamos nuestras alturas, nos sacamos nuestras brillantes alas, nos acomodamos al otro para estar en sintonía con él y buscamos aprender qué era eso que, según tantas personas, nos estábamos perdiendo de vivir.


Y sufrimos. Porque dejamos de ser nosotras mismas, olvidamos nuestra esencia para intentar transformarnos en alguien que no conocemos. Encerramos nuestro ser en un cajón, hacemos oídos sordos a sus gritos, encapsuladas en la fantasía de esa vida en común, embrujadas por una circunstancial debilidad emotiva.


Hasta que un día el ave del paraíso explota dentro nuestro, porque las alas no caben en ese cajón tan pequeño en donde las guardamos, se abren, se expanden y sólo piden volver a volar, recorrer cielos, brillar bajo la luz del sol, dejar esas sombras en donde olvidamos nuestra personalidad.


Y descubrimos que nunca vamos a dejar de ser aves del paraíso, que por más esfuerzos que hagamos, no somos otra cosa que parte de una especie rara, única, libre, dueña de una libertad absoluta, lejana y que tarde o temprano, por más que intentemos esconderla, sale a luz y reclama su identidad

martes, 12 de mayo de 2015

No a la violencia.

No para. No se detiene. Nadie la evita. Por más oficinas que inventen desde el poder político, por más buena voluntad que pongan muchas instituciones que trabajan en el tema, la violencia intrafamiliar, de género, machista, no se frena. Al contrario, da la impresión de que cada día es peor, de que cada vez son más las mujeres torturadas, quemadas, violadas o muertas por estas bestias que pertenecen a todos los estratos sociales.

Escucho en distintos programas a mujeres con un alto nivel de exposición en los medios contar sus historias de violencias, feroces, tremendas, con lesiones, con denuncias, algunas aún temblando al recordar esos momentos. Y me queda dando vueltas una frase que una de ellas pronuncia "si nos pasa esto a nosotras, que estamos en los medios, ¿qué les queda al resto de las mujeres que son anónimas, que no tienen la forma de dar a conocer su situación?

La rutina es parecida. Te alejan de tu círculo de afectos, te critican tu forma de vestir, como si eso fuera malo, como si ponerte algo que te gusta y te queda bien fuera una invitación a algo. Poco a poco te van acorralando. Algunos hasta te hacen el juego de "superman", que ellos se sienten menoscabados porque trabajás, porque son ellos los que "deben aportar", buscan la forma de que te alejes de tus actividades y te vuelvas dependiente. Tal vez no te golpean...pero eso también es una forma de violencia. Te degradan, te ofenden, todo en un tono de broma...terminás siendo "la amargada", porque no comprendés que esa ofensa, ese insulto es una joda...Una joda que día a día martilla tu cabeza. Permitiste tanto, que un día, sin darte cuenta, recibís el primer golpe. A él tambien lo impacta e inmediatamente te pide perdón, te asegura que te ama, te dice que nunca más lo va a hacer...La próxima vez te va a decir que es tu culpa, que vos lo ponés nervioso, lo alterás y que por eso reacciona. Y vos seguís achicándote, creyéndole, pensando que tiene razón. Y buscás no alterarlo, caminás en puntitas de pie, no hacés ruido. Pero menos sal en la comida, una arruga en la camisa, que el pantalón que se le canta ponerse en ese momento no está planchado (teniendo otros para ponerse) hace que vuelva a ponerse agresivo. Y vuelva a pegarte, incluso adelante de tus hijos. Y el círculo viciosos vuelve al rato, acariciándote el moretón y pidiéndote perdón...poniendo a los chicos en el medio, que no podés destruir el hogar que tanto les costó contruir. El problema es que en algún lugar de tu mente, de tu alma, sabés que el próximo golpe puede ser mortal. O que puede golpear a alguno de tus hijos que si intentan defenderte...

Te quedan dos opciones. Dejarte matar, someterte a una tortura infinita...o romper el círculo, alejarte, pedir ayuda, auxiliarte en los tuyos, en tus padres, amigos. Acudir a centros de apoyo a mujeres maltratadas. Exigir en las comisarías o fiscalías que te tomen las denuncias. Y, sobre todo, tomar la firme decisión de no volver con él. No ceder a sus súplicas. Realizar algún curso que te permita tener una salida laboral e independizarte de él, sin que ello lo exima de sus obligaciones paternas con los chicos. Pero vos...vos tenés que salvarte, por vos, por esos hijos que merecen ver a su mamá libre, sana, feliz y, sobre todo, viva.

(Este texto puede leerse cambiando a los personajes...que él sera quien sufra la violencia y ella sea la agresora...son casos que existen y que por vergüenza muchos hombres tampoco denuncian. Digamos NO a la violencia.)

Reencarnación.










La vida es esta, la que tenemos por delante en este momento. El verdadero paraíso es esta fase terrenal en la respiramos aromas, vemos colores, abrazamos, tocamos, amamos.

Algunos, pudimos cruzar la frontera y volver. Algunos, unos pocos, tuvimos la oportunidad de saber que había algo que nos quedaba pendiente, que estábamos dejando pasar. Teníamos que aprender una lección que estábamos ignorando o desaprender algo y tomar un camino que estábamos dejando de lado, y que sí o sí debíamos transitar.

Todo sucede por algo. Nada es al azar. Es en esta vida en la que pagamos nuestras deudas, cumplimos nuestras culpas y alcanzamos la felicidad completa.

Reencarnar es esperar a la próxima experiencia terrenal para hacer todo aquéllo que nos quedó pendiente, vivir lo que dejamos de lado u ocupar otro rol en esta vida, para aprender el daño que hicimos o reaprender de nuestra propia historia, sin tener memoria de ese pasado.

Y otros, por alguna razón misteriosa, podemos hacerlo volviendo en esta misma existencia, con plena consciencia del camino recorrido, reencarnando en nuestro propio ser.

jueves, 16 de abril de 2015

Astronauta




Él  la miraba. Se llenaba los ojos con su imagen, pensando cómo habría sido la vida junto a ella. Muchas veces,  por las noches, se sentaba en el jardín, solo, en silencio, perdido en sus pensamientos .  Nadie sabía que la recordaba, que revivía cada momento, cada hora, los pasos dados hacia su encuentro, la sensación de plenitud al tocarla por primera vez.

En algunas ocasiones levantaba el brazo y simulaba hacerle una caricia. Imaginaba que una lágrima rodaba por su mejilla y con todo ese amor que no pudo demostrarle, se la secaba con un dedo.  La veía dibujar una sonrisa y que su rostro, habitualmente gris, se sonrojaba.

La extrañaba. Profundamente, intensamente. Pero no podía quedarse con ella. En la oscuridad, la bola azul, quebrada por nebulosas semejantes a algodonales, lo llenaba de culpa. ¡Se había acercado tanto a su sueño! Pero allá lo estaban esperando.

Su esposa se acercó con un vaso en la mano. Se sentó a su lado, convidándole la bebida. Él sonrió. La abrazó y se quedó mirando la brillante bola blanca en el cielo que, cada noche, le recordaba lo cerca que había estado de perderlo todo buscando alcanzar un sueño que aún sentía latir en el fondo de su alma.

viernes, 10 de abril de 2015

Mis razones para amarte.









Fueron las que se juntaron a través del tiempo. El probarme a mi misma, el abrirme, el descubrir que era capaz de sentir explotar dentro mío mil millones de estrellas. Mis razones fueron tantas que es imposible nombrarlas. Mis razones fueron mías.

Fueron las ganas de vivir, de caminar juntos un largo camino. Fueron las ganas de encontrar en vos la persona con quien bajar la guardia, con quien sacarme la armadura y que descubras quién es la que se esconde detrás de la guerrera. Fue el despertar del aroma de todas las flores juntas, el estallido de cientos de veranos acumulados en mis venas.

Mis razones para amarte fueron mías, fueron propias y fueron ajenas. Fueron tus manos, fue sentir por primera vez la fuerza en otra persona, fue poder depositar en otro la posibilidad de confiar.

Mis razones para amarte fueron tantas...que se agolparon todas juntas en mis ganas, se amontonaron y no pudieron salir. Y no pudiste darte cuenta de las razones que yo tenía para amarte.

martes, 7 de abril de 2015

Llamado








Suena el celular. Un numero que no conozco. Al responder, mil torbellinos comienzan a desatarse antes de saber quien llama. Su voz, lejana y temblorosa atina a decir un "hola, no me cortes" que no logro responder. El silencio es mi respuesta. No se que decir y ninguna palabra acude a mi.

"¿Estas ahi?", la pregunta obvia que contesto con un "si" apenas audible. Del otro lado del telefono comienza una catarata incomprensible de excusas y explicaciones que me parecen dichas en un idioma que no comprendo. Desde lo mas profundo de mis entrañas comienza a agitarse un gigante dormido, que me cierra la garganta y me impide emitir sonido.

"Te extraño, me equivoque, te pido perdon, necesito verte" son frases que repite una y otra vez sin que mi alma encuentre donde ponerlas. Y descubro que el hombre que ame nunca existio y que esa voz del otro lado de la linea pertenece a un ser al que en realidad desconocia. Un ser que no tuvo piedad, misericordia y mucho menos, amor.

"No" fue la unica palabra que mis labios pudieron articular, ahogado en ese torbellino que se llevaba para siempre el rastro de unos cimientos construidos en medio de un pantano. Corte. Deje el telefono como si quemara, como si ensuciara y me quede sentada, sabiendo que enterraba para siempre a la mujer que una vez amo a un ser inexistente.

domingo, 5 de abril de 2015

Onur, el inseguro.







Y, si, chicas, Onur es un claro ejemplo de inseguridad masculina. Nos guste o no, es el típico ejemplo de ese hombre que, para acercarse a alguien, necesita ensuciarlo, rebajarlo de nivel, humillarlo para sentirse por encima de todo, como el ser superior que quiere creerse que es, pero sabe que no lo es.

Le gustaba una mujer, y en su inseguridad (y más allá del hilo narrativo de la novela), para aproximarse a ella le realizó una propuesta que, dadas las circunstancias, ella se veía obligada a aceptar, pues se trataba de salvar la vida de su único hijo. Sin preguntar para qué ella necesitaba ese dinero, sin indagar las razones de esa demanda, reaccionó de la unica forma posible a su alcance, sabiéndose poderoso y dueño de la situación. Su dinero lo hizo sentir por encima de la mujer supuestamente amada.

¿Ama Onur a esta mujer, que fue capaz de humillarse para obtener el dinero necesario para operar a su hijo y evitar su muerte? ¿O fue la culpa, su propia vergüenza, saberse indigno de ella, lo que hizo que se acercara con otros ojos, que dejara de ser "el malo" de la novela, para ocupar un perfil distinto, en donde sus acciones siguen demostrando que es un eterno inseguro?

Feride, la engañada.







La mina me da lástima. Fue el daño colateral de la infidelidad de su esposo, un hombre que buscaba afuera (como dicen ellos) lo que no le daban en casa. La excusa estúpida y pueril para despertar sentimientos en una mujer a la que esconden y le muestran un costado que no manifiestan en casa.
Mientras tanto le faltan el respeto a la "legal", a la que en su casa cuida hijos, sostiene el hogar, lava, plancha y cocina, además de acompañarlo y sostenerlo en sus peores momentos. Cuando llegan, ponen cara de malos, se hacen los enojados, los cansados y apenitas pueden, se escapan a otros brazos a llorar lo "incomprendidos" que son, sin percartarse jamás que son ellos los que firmaron un papel y prometieron ante un dios amar y respetar, cuidar y proteger. Pacto que incumplen sin ningún sentimiento de culpa.


Feride sufrió las consecuencias de la infidelidad, porque fue la última en enterarse, cuando ya era demasiado tarde. A su alrededor, todos sabían del engaño. Amigos, empleados, familliares, callaron en la complicidad machista de que el hombre puede hacer lo que quiera.


Mientras tanto ambas, mujer y amante, sufrieron las consecuencias de las habladurías ajenas. Una por "cornuda", consciente o inconsciente, soportando las miradas de aquéllos que la ridiculizaron. La otra por "amante", tambien mal mirada por haberse "embalado" con quien ¿nada le había prometido? Sin embargo él, ante la sociedad, queda como el "héroe" por haber sido infiel, impune de su responsabilidad por no atreverse a hablar y a actuar limpiamente ante sí mismo, cosa que jamás podría hacer, porque la vara con la que se juzga es muchísimo más pequeña que con la que juzga a los demás.


El infiel no se mira al espejo de su propio ser, no bucea en sus oscuridades, y mucho menos muestra la porquería que lleva por dentro, porque si lo hiciera, la estatua que tiene elevada de sí mismo se derrumbaría dejándolo sin nada y, sobre todo, solo, estado que no soporta porque no sabe convivir consigo mismo, con sus silencios y sus verdades. Por eso busca permanentemente estar con alguien. Sin importar sentimientos, frustraciones o engaños.

sábado, 4 de abril de 2015

Lobos y corderos.









Me gustan los lobos. Sobre todo por qué se a lo que me enfrento cuando detecto a uno cerca. Tal vez porque, en el fondo, yo también soy una loba, desconfiada, solitaria, a veces en manada, pero siempre al acecho de los peligros y de la forma en que debo procurarme mi sustento.


Conozco a los corderos, son dóciles, esperan que los acarren en rebaño hacia dónde pastorear. Fingen una libertad que no tienen, ya que el perro del pastor los persigue y los acorrala para luego llevarlos al corral. Es un juego, ya que ahí tienen a su disposición todo lo que necesitan para vivir, sin correr ningún peligro. Otros se preocupan por su sustento, otros los cuidan, los corderos sólo se dedican a vivir su vida sin ninguna clase de preocupaciones.


El problema suelen ser los lobos con piel de cordero. Ellos no solo le mienten al rebaño, también se mienten a sí mismos, dando lecciones de cómo ser un buen cordero sin serlo, sólo para tener al rebaño detrás suyo, dispuesto a creerle todo, y listo para cuando en el primer descuido, pueda atacar. El lobo con piel de cordero jamás asume su verdadera personalidad y detesta a los lobos que no usan ningún artilugio, sobre todo aquellos que puedan intentar sacarle su falsa piel, ya que el engaño es la única forma de sustento que conoce

domingo, 1 de febrero de 2015

El naufragio.







   Al fin llegué. Estoy en la orilla y ahora puedo descansar un poco. Necesito orientarme, saber en donde estoy, hacia donde tengo que ir. Pero debo recuperar fuerzas. Nadar hasta aquí fue agotador.

   La soledad es buena compañera. Voy armando mi refugio al mismo tiempo que voy rearmando mi alma. La tormenta hizo naufragar no solo un barco o un avión...me hizo naufragar a mí misma. A veces necesito imperiosamente silencio. Los sonidos del viento, del mar son la mejor música que puedo escuchar.

   Alejada de todo, imagino que el mundo sigue sin mi. Que aquél a quien amé continuó su vida, junto a otra persona. Que fui reemplazable en todos los aspectos de mi vida. Porque la vida, allá, del otro lado del océano, sigue su curso y  no puede parar. La que se bajó de ese mundo fui yo. La que se escondió en la isla, fui yo. La que atravesó la tormenta nadando a brazo partido para llegar a una orilla para salvarse, fui yo.


   Toda crisis es una oportunidad. Toda tormenta trae una calma. Los tornados provocan desastres, pero dan la posibilidad de la reconstrucción.

jueves, 15 de enero de 2015

Y un buen día...




Y un buen día te das cuenta de que tras la tormenta sale el sol. Que detrás de todas tus preguntas hay un silencio mortal que nadie responderá, sólo el tiempo irá dándote pistas, pautas, para que vos mismo vayas comprendiendo y, tal vez, perdonando.

Un buen día te despertás y notás que vos no podés perder ni un minuto más. Que detuviste tu camino esperando algo que nunca va a llegar. Y de repente... sentís la necesidad de volver a caminar, de avanzar, de resurgir. De respirar profundo, de llorar, de gritar a los cuatro vientos...y de dejar atrás todo aquello que te lastimó.

Y un buen día volvés a ver el amanecer. Y te das cuenta de que la vida sigue, de que el tiempo no para y de que todo sigue su curso a tu alrededor. No hay respuestas. No hay explicaciones. No existen palabras que hagan comprensible todo eso que te sucedió. Únicamente la condición humana, frágil, vulnerable, vacía.

Y un buen día abrís la puerta, y descubrís que vos seguís siendo el mismo, con tus convicciones ancladas en el centro de tu ser. Y ese buen día retomas tu camino. Sonriendo, libre, con la plena libertad de haber sido fiel a vos mismo.