LLega ese momento del año en que todos hacemos nuestros balances.
Otro año más que finaliza, y muchas cosas son cotidianas: corridas,
rutina, trabajo. A veces algunos hechos
nos sacan de nuestro eje, y es costoso volver a encontrar el
equilibrio entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que queremos
hacer.
En algunas
circunstancias queremos irnos muy lejos, encontrar un lugar en donde
nadie nos conozca, en donde no necesitemos contar esas historias que nos
lastimaron, en donde podamos crearnos una nueva vida real. Pero siempre
sabremos que, a la vuelda de la esquina, nos encontraremos con nuestro
pasado, con eso que quisimos desaparecer pero que sólo lo escondimos
temporalmente a nosotros mismos.
En otros momentos desearíamos tener una máquina del tiempo y viajar al instante en que tomamos esa decisión que nos trajo tantos vaivenes, hablar con esa que fuimos y contarle qué consecuencias tendrán sus actos. Pero tambien sabemos que cualquier modificación del pasado cambiaría radicalmente quienes somos, nuestra más íntima esencia.
Mirar hacia atrás, a la larga, tiene que traernos la satisfacción de saber que, más allá de los resultados que obtuvimos, todo lo que hicimos fue con el corazón. Que jamás lastimamos a nadie a consciencia y que, nuestra primera y primordial fidelidad fue con nosotros mismos.
Mi balance es positivo: hoy mi corazón no guarda rencores, asume sus responsabilidades, más golpeado, pero más maduro, con la tanquilidad de esperar lo que vendrá con una gran sonrisa!!
En otros momentos desearíamos tener una máquina del tiempo y viajar al instante en que tomamos esa decisión que nos trajo tantos vaivenes, hablar con esa que fuimos y contarle qué consecuencias tendrán sus actos. Pero tambien sabemos que cualquier modificación del pasado cambiaría radicalmente quienes somos, nuestra más íntima esencia.
Mirar hacia atrás, a la larga, tiene que traernos la satisfacción de saber que, más allá de los resultados que obtuvimos, todo lo que hicimos fue con el corazón. Que jamás lastimamos a nadie a consciencia y que, nuestra primera y primordial fidelidad fue con nosotros mismos.
Mi balance es positivo: hoy mi corazón no guarda rencores, asume sus responsabilidades, más golpeado, pero más maduro, con la tanquilidad de esperar lo que vendrá con una gran sonrisa!!