martes, 20 de noviembre de 2018

Sonrisa.




(Foto tomada de la red)

Él lo ilumina todo con sólo un gesto. Tiene en sus manos el movimiento de las aves, suave y aterciopelado, que te hace sentir una brisa fresca en el rostro.

Él sonríe y ya nada más importa.  Sólo la luz que brinda. Y que te hace olvidar que él no sonreía.  Que él era oscuro.  Que él te apagaba.

"Ahora vienes tu de nuevo con un aire de misterio"...y la canción lejana, de la adolescencia, olvidada en un rincón de la memoria asoma como si la estuvieras oyendo directamente en el aire. En algún punto, no podes evitar pensar en el contraste, el juego de las diferencias tiene mucho más que siete.

Él te mira y sus ojos también sonríen, hacen juego con ese aura que lo rodea, que te atrae como una mariposa hacia la luz.

La canción resuena en algún lado nuevamente, sin embargo le hacés tus propios arreglos a la letra. "Ven con tu sonrisa blanca a endulzar lo amarga que 'su' ausencia fue..."

Y sonreís, porque su energía te contagia, te invade y te hace cerrar la puerta a todo lo que pasó hasta ayer.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Zapatos.





 Elegimos una pareja de la misma forma en que elegimos un par de zapatos.

Muchas veces nos compramos sin pensar esos hermosos pares que vemos en la vidriera, que están de última moda, llamativos y relucientes, sin darnos cuenta del daño que nos hacen.

No nos importa, porque tenemos el calzado más bonito, que todos admiran, aunque debamos sufrir las consecuencias. Nos empecinamos en ponérnoslos  aunque nos hagan ampollas, nos lastimen o nos hagan doler.

Compramos esos zapatos más pequeños que nuestro talle, sólo porque nos gustan demasiado, sin pensar que debemos deformar nuestro paso para adaptarnos a ellos, cambiar nuestro andar y sonreír a todos mientras nuestro cuerpo padece los traumas que se van formando, sólo por no querer reconocer que nos hacen daño.

Creemos que con el tiempo se van a amoldar a nuestros pies, y que ese sufrimiento inicial vale la pena, porque hemos logrado tener algo que todos buscan. Esperamos demasiado tiempo a que se estiren y nos queden cómodos, cosa que muchas veces no sucede.

Hasta que un día aprendemos a buscar  un zapato que nos quede bien, que no nos lastime ni nos hagan
 ampollas, que no debamos deformarnos para poder andar con él, que no nos haga sentir mal ni que debamos adaptarnos a algo que nos produce la terrible incomodidad de fingir que estamos bien.

(Gracias Valeria por la foto!).