domingo, 31 de marzo de 2019

Cambios.





De vez en cuando, la vida nos da un giro, nos sorprende y nos mueve todas las estructuras que habíamos armado.

La comodidad de saber en dónde está cada cosa, en cómo reaccionan los que nos rodean, la previsibilidad de cada acto de nuestras vidas, hace que ante un cambio nos paremos en seco hasta descubrir hacia donde tenemos que ir.

Los  seres humanos somos resistentes a los cambios, porque nos sacan de eje y nos ponen en jaque ante todas nuestras creencias.

Lo que hasta hace un momento era seguro, ahora es inestable. Lo que estaba al alcance de la mano, ya no nos sirve. Lo que era una respuesta, ya no tiene preguntas. Y las preguntas que nos surgen no sabemos cómo responderlas.

Todo es nuevo, confuso y debemos ser pacientes para adaptarnos a esta nueva versión de nosotros mismos, desconocida hasta ahora.

Cambiar, para seguir vivos, para superar el dolor, para ser felices. Cambiar como forma de resistencia, como método de vida, como brújula para descubrir nuevos horizontes.

Cambiar para estar preparados para las sorpresas, para lo insólito, para lo inesperado que está a la vuelta de la esquina, y que muchas veces no reconocemos por aferrarnos a nuestras estructuras.

Cambiar para vivir, para no ser nuestros propios fantasmas. Para no ser insoportablemente predecibles, para sobrevivir a nuestros miedos.

domingo, 17 de marzo de 2019

Rompecabezas.



A veces la vida te pone pruebas duras, como una encrucijada que no sabés resolver, un rompecabezas que no terminás de armar.

Y, cuando estás a punto de completarlo, la vida te lo patea, desparramando las fichas por todas partes. Las buscás, intentando no perder ninguna, reorganizando las partes, seleccionando los colores, volviendo a comenzar desde la primera pieza, tratando de recordar la imagen que habías logrado.

Lo que no sabés es que el rompecabezas ya no es el mismo. Ni vos, ni nada de lo que te rodea, de modo que debés reconstruir algo nuevo, tu propia historia, pero con más detalles, con otros colores, con distintas formas.

Y, como en un bucle irónico del destino, cuando estás finalizando el armado de tus partes, nuevamente algo, alguien hace que las piezas se desordenen, volando por los aires y dejándote la cansada sensación de que tu esfuerzo fue inútil.

Con frustración volvés a mirar hacia todos lados, buscando recuperar tus fichas, corriendo objetos y mirando en cada rincón de tu alma, con la idea de volver a armar ese puzzle, quizás más cansado, tal vez desanimado, porque sentís que las fuerzas te abandonan.

Y te ves sentado en el suelo, con la montaña de troqueles enfrente tuyo, mirándola sin saber por donde arrancar, cual tomar como inicio, qué imagen tendrá esta vez. Las mirás preguntándote por qué se desarmó el anterior, al que le habías puesto tantas ganas, tanta pasión.

Tomás la primera pieza, la segunda y en la tercera te das cuenta de que todas son iguales, pero no encajan fácilmente, que debés revolver y buscar la pieza que corresponda para lograr armar este nuevo rompecabezas que te resulta plano, chato, vacío y, sin embargo, lleno de una enseñanza oculta que sólo descubrirás a medida que encastres cada parte.

Pensás que para qué tomarte la molestia de volver a armarlo. Sentís que nuevamente, cuando estés a un paso de finalizarlo,  algo, alguien, aparecerá para patearlo. Decidís que quizás este sea tu rompecabezas final.

sábado, 2 de marzo de 2019

Me dolio.




Me dolió tanto tu adiós que llegué a convertirme en alguien que desconocía.  El mundo de colores se volvió un gris monótono y triste, aunque a veces un rojo furia me invadía con la ansia loca de querer hacerte daño.

Me dolió al punto de no saber qué hacer para arrancarte de mi piel, de mi ser, de mis pensamientos. Para sacarte de mi alma me lastimé a mi misma, sin darme cuenta de que debía dejar curar la herida solo con tiempo. 

Me dolió tanto que me encerré en mi misma, dando un portazo a todo lo que se acercara, porque me quemaba el cuerpo la sola idea de volver a intentarlo.

Me dolía volver a creer, volver a sentir y volver a terminar con el alma rota y los sueños hecho trizas.  Me dolías tanto, tanto, como nunca lo podrías imaginar.Me dolías como si me hubieran arrancado una parte de mi cuerpo y buscara el miembro fantasma para hacer mis rutinas. Como si nunca más pudiera ser feliz.

El tiempo pasó.  Aprendí que el enojo, la rabia, el dolor, la ira solo demoraban el proceso para sanar.  Aprendí a buscar la calma cuando algún recuerdo me sacudía por dentro, despertando a ese demonio que solo quería tenerme prisionera del rencor.

Aprendí a que me dejaras de doler, a no sentir tu aroma en el aire, a olvidar el sonido de tu voz. Aprendí a renacer, a abrir las ventanas, a ver la luz del sol. Y a sonreír.

viernes, 1 de marzo de 2019

Fuego.




Fuego. Algo explota dentro mío.  Me sofoca, me invade y no se cómo reaccionar.

Te veo, con tu sonrisa blanca, con una chispa en la mirada que enciende todos mis sentidos y me hace estallar en mil pedazos.

Tu voz me conmueve hasta lo mas profundo de mi ser, mientras siento un fuego que me arrasa por completo. Soy leña seca y vos, la llama que me enciende.

No puedo hacer nada. No puedo moverme. Pero verte ya me hace cosquillas y se despierta algo que hace tiempo estaba dormido y yo creía que había muerto.

Me resulta sensual cada uno de tus movimientos, aún cuándo nos separa todo. Aunque nunca nos toquemos, tenerte cerca me quema.

¡Quiero que apagues este volcán desconocido que de repente necesita explotar y desparramarse hasta llegar al océano.  Quiero que seas la lluvia que logre apaciguar este incendio! ¡Quiero que tu voz me diga al oído que vos también te estas incendiado por mí!