lunes, 20 de junio de 2016

Carta abierta al hijo que no tuve.


Querido Mateo (no se por qué, pero siempre te imaginé varón): Hace mucho tiempo que quería escribirte, dejarte registrado en algún lugar que durante mucho tiempo te esperé. Que te soñé con cada hombre que amé. Que, incluso, llegué a buscarte fuera de mi cuerpo, porque te sentía en mi corazón.

 No nos encontramos en esta vida. No ha sido nuestro tiempo y no coincidimos. Tal vez yo tenga aún que aprender muchas cosas para ser tu mamá. Me hubiera gustado encontrarme en tu rostro. Adivinar si había algo de mí en tu mirada. A la de quién se habría parecido tu risa. Ver que habías heredado mi costumbre de treparme a un a árbol y quedarme horas mirando al mundo desde las alturas. Y me hubiera gustado verte desde una ventana, mientras te preparaba la merienda.

A veces pienso en que me perdí tus primeros pasos, tus risas, tus caras de "yo no fui" ante una travesura. Y que habría dado cualquier cosa por perderme toda una noche leyendote todas esas historias que alimentaron mi infancia. A veces pienso que tal vez tendrías edad de tener novia. Y que en el fondo de mi alma sufriría al verte con ella, pero sonreiria al saber que comenzabas a abrirte camino hacia la vida, escribiendo tu propia historia.

¡Hubiera querido tanto abrazarte al regresar, muerto de frio o hambre, y que me contases como fue tu dia! Y que me lleves del brazo caminando por la costa mientras hablamos de tonterias!

Me hubiera gustado verte convertido en un hombre, hecho y derecho, noble, justo, valiente, piadoso, sensible. Tal vez este mundo no esta preparado para alguien asi. Tal vez mi error fue no darle al mundo alguien asi. Espero encontrarte en mi próxima vida, ser esa mamá que te mereces y vivir todo eso que soñe, que lleve guardado todos estos años y que hoy necesite imperiosamente decirte.