jueves, 29 de septiembre de 2022

Nadie.


 Nadie.


Nada se asemeja a lo que tu piel me provocaba. El suave roce de tus dedos, que me estremecía hasta lo más profundo de tu ser. La caricia recorriendo mi espalda, deslizándose cómo por un tobogán de sensaciones.


Nada me hace sentir tan fuerte como tu, que me volvía una guerrera capaz de vencer al mundo, por tal de resguardar nuestra paz. 


Nada me volvía más vulnerable como tu mirada, que me convertía en ángel, en hada, en heroína, en ave que encuentra, al fin, su nido.


Nadie me ha hecho sentir tan plena ni tan fuerte, como saberme una con tu cuerpo, como olvidarme hasta de mi nombre con el susurro de tu voz.


Nadie, después de ti, ha logrado que vuelva a ser ese volcán en erupción, esa tormenta en el océano, mi esa calma tras la tempestad. Nadie me ha mirado dormir, murmurando palabras que solo nuestros sueños comprendían.


Después de ti, ya no queda nada más que un desierto, vacío y silencioso, en el que no encuentro más que soledad.


Imágen tomada de la web.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022

martes, 13 de septiembre de 2022

Todas mis vidas.


 Todas mis vidas.


Vengo de otros tiempos, tengo la edad de quién ha recorrido todos los caminos, he aprendido a andar por la senda segura, con la luz del sol, guidándome por las estrellas.


Tengo tres años. Y tengo 10. Y también tengo 12. Voy a cumplir 22. Y 31, 42. Y los casi 53 que marca un papel. Pero también tengo casi 60. O 70.


Tengo todas las edades en las que la vida me marcó un oasis. O un desierto. O el riesgo de no saber parar a tiempo. Tengo el tiempo detenido en uno o dos momentos, que atesoro con toda mi alma. Y tambien tengo edades en dónde no recuerdo haber pasado tan siquiera un día.


Soy tan anciana como mi poca sabiduría me permite, y tan joven como el riesgo que corro por mis impulsos. Actúo como niña y como anciana.


Tengo el tiempo entre mis manos y, a la vez, se me escapa como agua entre los dedos. Siento que mañana, tal vez, ya no tenga nada que contar. Y, aún, guardo mil historias por escribir.


Soy mi abuela, soy mi madre, soy mi hija y soy mi nieta. Soy todas y cada una de las mujeres que guardo en mí y vivo en ellas todos los tiempos del universo. 


Imágen tomada de la web

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022

Yo te creo.




Yo te creo cada vez que llegas y me dices que me amas. Te creo cuando me tomas de la mano y vamos caminado, mientras me cuentas historias de tu vida.


Yo te creo siempre que me miras y me llevas hasta el otro lado del universo cuando estamos juntos.


Pero cuando desapareces, me entra la duda de que todo eso no sea verdad. De que tus palabras sean solo un embrujo que me nubla la mente. 


Cuando no respondes mis llamadas, cuando me hablas en códigos que no entiendo, dudo hasta de la luz del sol.


Yo te creo cuando duermo entre tus brazos, pero cuando estoy sola, la luna me muestra cosas en las que no quiero pensar. Me susurra tus mentiras, tus engaños y me revuelvo en mi propia locura.


Hasta que vuelves, y mi mente se ciega a toda evidencia.


Yo te creo. Pero se que me mientes.


Imagen tomada de la web.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2022