martes, 7 de agosto de 2018

"Éramos tan flacos".


Éramos tan flacos, tan ingenuos, con sueños y proyectos por delante. Vemos esas fotos viejas, sonrientes, con el futuro entre las manos y creyendo que podíamos comernos el mundo de un bocado.

Éramos tan jóvenes, con las ilusiones intactas, el corazón entero, la piel sin cicatrices. Éramos tercos y obstinados, jugando con el destino que parecía no tener fin.

Éramos tan frescos, recién salidos a la vida, blanditos, dispuestos a todo por cambiar el mundo, por lograr nuestros propósitos.

Y hoy, revisando fotos viejas, nos veo tan distintos  a ellos, que me pregunto si realmente  éramos nosotros esos jóvenes sonrientes, despreocupados, libres.

Y una sonrisa asoma pensando que en cuánto crecimos, cuánto vivimos, en todo los que caminamos para llegar hasta este exacto lugar en el que nos paramos, para mirar hacia atrás, en los miedos a los que les ganamos la batalla, los que nos hicieron caer.

Pienso en las dudas que nos recorrían, las inseguridades que escondíamos en cada prenda de última moda, en los desafíos que nos planteábamos para demostrar a los otros que sí, podíamos hacerlo. Que éramos valientes y audaces. Inconscientes y temerarios.

Pienso en que hoy, que ya no estamos tan flacos, tan sonrientes, tan libres, somos mas fuertes, más seguros, mas sabios. Con las manos cargadas de amores que fueron historias, con lágrimas que trocaron en sonrisas, con el temple que ganamos gracias a la experiencia, a todos los caminos que tuvimos que transitar y al amor que supimos cosechar.

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