A veces me invade una profunda tristeza, la sensación de estar sola en medio de tanta gente, tanto ruido. Como si todo fuera a una velocidad en la que yo no encuentro la sintonía y me siento inarmónica con el resto.
A veces me pregunto en donde puedo encontrar todos los defectos que te amé, cada lunar que te interrumpía, aquélla cicatriz que besé tantas veces.
A veces me pregunto si soy yo, que cada vez que te olvido, tu recuerdo se me presenta sin que lo convoque, sin que nadie lo llame, con la justa oportunidad para descubrir qué es lo que no quiero.
A veces mi memoria me juega malas pasadas, y pienso que te olvido y tu olvido desaparece, se transforma, muere como cada día por la noche y revive con cada amanecer.
A veces, como el sol y la luna, siento que estamos jugando a escondernos, a alejarnos, a separanos hasta donde el universo ponga la distancia más infinita y es ahí en donde volvemos a encontrarnos, a mirarnos a los ojos, a saber que sabemos, pero nos mentimos descaradamente nuestra indiferencia.
A veces, el aire me trae el rastro de tu fragancia, de no se dónde, y como un fantasma percibo tu energía, pero a veces, recuerdo que te fuiste, que cortamos el lazo que nos unía y que estás del otro lado de un abismo que ninguno va a cruzar jamás.
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