lunes, 6 de julio de 2015

Infiel.

"Las mujeres que descubrieron una infidelidad, deben comprender una cosa: la "culpa" no es de la otra mujer con la que sus maridos las engañaron, sino de ese hombre que no cumplió su parte del trato que firmaron ambos ante un juez, ante un Dios y ante sí mismos. Fue su falta de valor para decir qué no les gustaba de su vida en común. Fue su cobardía de prometerle tácitamente a otra persona cosas que jamás cumpliría. El hombre infiel engaña a ambas mujeres, sabiendo que su "socia" lo perdonará siempre, en tanto y en cuanto ella sea dependiente de él, ya sea en lo económico o en lo afectivo. 


El hombre infiel buscará denigrar tanto a esposa como a amante. A una le dirá que lo olvidó por la casa, por los hijos, por sus actividades, que ya no lo "atiende", que deja sus quehaceres domésticos. A la otra, le dirá que lo buscaron, que lo acosaron, que lo engañaron, que aprovecharon un momento de debilidad para llevarlo a un lugar a donde él no hubiera ido de estar íntegro.


Todo eso para halagar su propio ego. Para sentir de qué son capaces de hacer esas mujeres para quedarse con él. Al contrario que en la naturaleza, donde los machos pelean por el favor de las hembras, la especie humana hace que las mujeres se enfrenten para lograr "el amor" de un hombre. La más ingeniosa, la más sutil, la más audaz, la más dulce, la más tonta o la más inteligente, podrá ganar el juego, todo depende de qué busque él. Tal vez, ninguna ganará nada. Ambas perderán su dignidad. Una para tratar de cumplir las promesas incumplidas para escuchar el "nunca prometí nada". Otra, para exigir lo firmado hace varios años, tironeando de una cadena oxidada. Él, en medio de lo mejor de los dos mundos, será el premio, el botín, el muñequito que sólo adornará la mesita de luz, hasta que una mañana la ganadora, se levante y descubra que el juego comenzó, con otra protagonista, más joven, más audaz, mas inteligente, más bonita.

La ganadora, ya sea la esposa en un nuevo intento de unir lo que ya no tiene arreglo, o la amante en el rol de compañera oficial, verán repetir la misma historia una y otra vez, como en una espiral sin fin, ocupando lugares distintos en la reconstruccion de una mala película. Porque el problema no es la esposa o la amante, o las amantes. El problema es el hombre, que en su inmadurez, no comprende que el respeto y la confianza son la base primordial del amor. Y el que engaña, no respeta. Y quien sufre el engaño, dificilmente pueda volver a confiar."

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