sábado, 8 de agosto de 2015

Vida.

"La vida me dio golpes, y también me regaló caricias. En algunos momentos subí montañas escarpadas sin más ayuda que mis propias manos, sin arneses que me sostuvieran y sin redes que contuvieran mis caídas, pero en otros tuve suaves pendientes por las que deslizarme sin esfuerzos.

La vida me entregó las sonrisas más dulces, las palabras más tiernas, los abrazos más cálidos, y también las despedidas más crueles, las miradas más frías, los silencios más sepulcrales. Tuve que llorar hasta desagotar todos los mares que hubieran en mi interior, tuve que gritar para que el universo escuchara ese dolor que me mataba, tuve que explotar iracunda para descargar la furia contenida. Y tambien reí al punto de dolerme el estómago, susurré para acariciar el alma de quien amé y logré la paz más íntima y profunda que nadie pudiera alcanzar.

Caminé en medio de las estrellas y rodé por el abismo, me dejé fluir en medio de lagos y nadé contracorriente en remolinos mortales. Morí y volví a nacer cada mañana, cada lágrima, cada sonrisa. Tuve miedos y me atreví, rompí todo y construí mucho, terminé y volví a empezar.

Porque cada día, cada mirada, cada gesto es un renacer constante, que nos obliga a reconstruirnos para aprendernos, para armarnos, para poder conocer quienes somos y qué somos capaces de hacer, de sentir, de lograr.

Amé, odíe, recordé, olvidé, guardé, solté, protegí, acusé, deje partir, permití entrar, y al final del camino descubrí que todo eso debía pasarme para saber quién era, quién soy y hacia dónde quiero llegar."

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