martes, 24 de noviembre de 2015

Final feliz.

En la vida tenemos que aprender que no todo es como soñamos, ni como nos contaron o predijeron. De pequeños, en los cuentos que nos relataban nuestros mayores, tras mucho esfuerzo, los protagonistas lograban eso que tanto querían. Los buenos vencían a los malos, el chico bueno lograba conquistar el amor de la princesa.

La vida es diferente. A veces los buenos no son tan buenos, la princesa no tiene ningún reino, y los malos terminan llevándose el premio mayor con total impunidad. El chico bueno, por más que se esfuerce a veces no logra alcanzar sus sueños y nada termina como los cuentos.

El final feliz no se alcanza nunca. Tal vez porque estamos esperando "un final feliz", una eterna fiesta de sonrisas, y la vida es una suma de momentos felices y de los otros. Por cada caricia la vida nos da una cachetada, muchas veces para despertarnos y hacernos reaccionar. La felicidad no es un claro en el bosque con mariposas y avecillas canturreando por los siglos de los siglos, sino lo que nos ocurre aquí y ahora, en este preciso momento, en que estamos vivos y podemos abrazar y ver a los ojos a los que amamos.

El "final feliz" será cuando, en el momento de dar nuestro último suspiro, recorramos nuestra memoria y rescatemos esos momentos que vivimos y no nos dimos cuenta de que fuimos felices. Con las sonrisas de nuestros hijos, con los abrazos de nuestros padres, con la mirada de la persona que amamos. Y si al hacer ese recorrido, al mirar atrás notamos que hemos sabido cosechar afectos, amistades, que de dejamos una enseñanza, que sin saberlo ni intentarlo hemos sido maestros de otros, que ayudamos a alguien a recorrer un camino, podremos decir que lo hemos logrado, que hemos sido felices...y ese sí sera, si perdices ni hadas, nuestro "final feliz".

No hay comentarios:

Publicar un comentario