miércoles, 20 de junio de 2018

Tres canciones, tres hombres, tres amores.



Cada historia que vivimos tiene algo que la caracteriza y la hace única. Un perfume, un lugar, una canción. Los amores, muchas veces, nos dejan una huella que nos vuelve a recordar esos momentos cada vez que sentimos ese aroma,  estamos en ese lugar o escuchamos ese tema musical.

Conocí a Willy hace más de 25 años. Nos cruzábamos todo el tiempo en distintos negocios, por cuestiones de trabajo. Yo era muy estructurada y el divertido. Un día, no se por qué, le dijo a un cliente en común,mientras me pasaba una mano por el hombro, "ella va a ser mi esposa".

Me descolocó.  No supe como reaccionar. Lo miré sin decir nada, porque tenía que digerir esas palabras. Desde aquél día, siempre que nos veíamos (varias veces por día, varios días a la semana) hacia bromas similares. Poco a poco fui armando algunas respuestas, saliendo de mi timidez y aprendiendo a ver que más había en esas bromas.

Una mañana él iba en su camión, yo caminando. Por aquellos días estaba de moda una canción de José Luis "el Puma" Rodríguez, y Willy sacó medio cuerpo a través de la ventanilla y me cantó el estribillo, que bombardeaba las radios. Nunca pasó nada entre nosotros, tuvimos una charla en donde descubrí que eso que nos pasaba no podía ser. No para la que yo era entonces.

Sin embargo, cada vez que escucho esa canción, me descubro sonriendo por la ternura de aquel amor inconcluso.
https://youtu.be/Af-0_xgJlA4

El amor con Adolfo fue a la distancia. Poco a poco, palabra a palabra, hablando de mil temas distintos, fue creciendo algo que para mí era imposible. Un sentimiento que yo no podía explicar, pero que me alertaba de cada mensaje que aparecía en mi correo electrónico, en tiempos en los que no existían las notificaciones.

Adolfo fue descubrir la pasión, las ilusiones, las ganas de armar un proyecto de vida con otra persona, el deseo de tener mi propia familia por primera vez.  También fue sentir que alguien me acompañaba todo el tiempo, pese a estar a 400 kms de distancia...Y sentir esa distancia cada día calándome la piel.

Por aquella época el grupo Los Nocheros habían reflotado una vieja canción que mamá escuchaba todo el día cuando yo era muy pequeña, y que ahora cobraba un sentido en particular.  Escucharla era elevarme y querer ir a donde él estuviera, contándole que había hecho y escuchando como había sido su día.
https://youtu.be/bbIoJg06QiQ

Oscar fue el amor de la madurez. Ese que aparece en los últimos días de nuestro verano, acariciando con su calor nuestra mano y acompañando nuestro camino de una forma más pausada.

Nos encontramos en una fiesta y habría muchas canciones para elegir de esa noche. Sin embargo, la primera noche que pasamos juntos, tras charlar mucho tiempo, cuando él se durmió,  sólo hubo un tema que a mi me vino a la cabeza.

Verlo dormido, tan fragil, tan desnudo,no sólo de cuerpo sino de alma, tan indefenso y expuesto, me provocaba protegerlo de cualquier mal. Sentía la necesidad de abrazarlo, pero temía despertarlo, perturbar su paz, sintiendo su aroma, ahí, tan cerquita y tan lejos.

Y cada noche que compartimos  durante los dos años que compartimos, a pesar de muchas cosas que ocurrieron, al recordarlo vuelve a mi mente esa misma canción.
https://youtu.be/GouA_mJ5Y80

Los tres me enseñaron. Los tres fueron importantes en distinta forma. A los tres los amé con todo mi ser. Por los tres hice cosas que jamás imaginé y hubiera inventado un universo nuevo. A los tres sólo les deseé que fueran felices cuando partieron de mi vida. A los tres les deseo lo mejor. Con el corazón y el alma.

Imagen tomada de la web
© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario