martes, 20 de noviembre de 2018

Sonrisa.




(Foto tomada de la red)

Él lo ilumina todo con sólo un gesto. Tiene en sus manos el movimiento de las aves, suave y aterciopelado, que te hace sentir una brisa fresca en el rostro.

Él sonríe y ya nada más importa.  Sólo la luz que brinda. Y que te hace olvidar que él no sonreía.  Que él era oscuro.  Que él te apagaba.

"Ahora vienes tu de nuevo con un aire de misterio"...y la canción lejana, de la adolescencia, olvidada en un rincón de la memoria asoma como si la estuvieras oyendo directamente en el aire. En algún punto, no podes evitar pensar en el contraste, el juego de las diferencias tiene mucho más que siete.

Él te mira y sus ojos también sonríen, hacen juego con ese aura que lo rodea, que te atrae como una mariposa hacia la luz.

La canción resuena en algún lado nuevamente, sin embargo le hacés tus propios arreglos a la letra. "Ven con tu sonrisa blanca a endulzar lo amarga que 'su' ausencia fue..."

Y sonreís, porque su energía te contagia, te invade y te hace cerrar la puerta a todo lo que pasó hasta ayer.

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