domingo, 18 de octubre de 2020

Nueve meses y una vida.




Nueve meses lo acunaste en tu seno. Le hablaste de este mundo, le contaste historias para que supiera de todo lo lindo que le esperaba. 


Nueve meses soñaste con su rostro, su sonrisa, sus gestos. Imaginaste a quien se parecería, qué cosas tuyas heredaría.


Nueve meses preparaste el nido, elegiste colores y formas, te emocionaste con dibujos y colores, armaste un lugar en el que nada pudiera dañarlo.


Y un día, te partiste como espiga, y un dolor profundo e inconcebible te dio la alegría más grande, se mezclaron el llanto con la risa y como un torbellino, una cosa, chiquitita y llorona, se acomodó en tus brazos, llenándote de todo el amor del mundo.


Tu vida cambió de repente, como un rayo se partió en dos, y ya nunca más volverías a ser la misma. Un amor infinito se había apoderado de vos. El amor más inmenso del mundo.


Y esos nueve meses se convirtieron en días y años llenos de risas, de crecimiento, de aprendizaje, de errores y aciertos. De rodillas lastimadas, de cuentos para dormir, de fiebres y partidos de fútbol o clases de baile.


Una vida que salió de tu vientre, de tu alma, independiente de tu cuerpo, pero pendiente de tu corazón, con alas propias, con sueños y metas. 


Hoy se feliz. Hoy pensá en sus risas, en sus travesuras, en los abrazos que te dio. Recordá su primera palabra, sus pasitos imprecisos y cada momento en que estuvieron juntos. Hoy, que quizás no esté con vos, elevá una plegaria al cielo y permití que las lágrimas laven tu dolor. Nadie puede juzgarte.


Un abrazo con el alma a todas esas madres que, por alguna razón, no tienen a sus hijos con ellas.


(Dedicado a mis amigas que hoy tienen el corazón partido)


Imagen tomada de la web

© Cristina Vañecek-Derechos Reservados 2020

1 comentario:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar