La palabra te lleva. Te arrastra a un submundo que no se puede dominar.
La palabra te subleva y te aprisiona en ese plano del que no podes escapar. La palabra, te hace esclavo y te convierte en amo del otro...y de uno mismo.
Una sola palabra tiene el don de elevarte al cielo y hacerte volar como soñaba Oliverio...y puede arrojarte al más profundo de los infiernos, quemándote en un dolor infinito.
La palabra te da vida...y te mata. Tiene el don de resucitarte o ser más filosa que una espada.
La palabra puede provocarte el deseo más ardiente sin siquiera haber rozado una piel. Y puede hundirte, sin final, en tu propio precipicio.
La palabra te subleva y te aprisiona en ese plano del que no podes escapar. La palabra, te hace esclavo y te convierte en amo del otro...y de uno mismo.
Una sola palabra tiene el don de elevarte al cielo y hacerte volar como soñaba Oliverio...y puede arrojarte al más profundo de los infiernos, quemándote en un dolor infinito.
La palabra te da vida...y te mata. Tiene el don de resucitarte o ser más filosa que una espada.
La palabra puede provocarte el deseo más ardiente sin siquiera haber rozado una piel. Y puede hundirte, sin final, en tu propio precipicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario