sábado, 1 de diciembre de 2018

Volarás.






Icaro quería volar, su padre, Dédalo, le fabricó dos alas con plumas de aves y las pegó a su espalda con cera, advirtiéndole que no se acercara al Sol, ya que su calor podría ablandar el pegamento y el joven caería al mar. Icaro no hizo caso al aviso de su padre, las alas se despegaron de su cuerpo y murió irremediablemente en las aguas profundas del mar.

Pero vos... naciste con alas, volás en cada giro, en cada paso, en cada gesto de tu cuerpo. Tenés alas en los pies, en las manos y todo tu ser es un ave dispuesta a demostrar que la gravedad no existe. Jugás con las leyes naturales, demostrando que nada es imposible.

Si supieras lo feliz que me hicieron esos pocos minutos que pude verte volar nuevamente    sobre un escenario, que sigas teniendo el mismo don para generar emociones sólo con tus movimientos, si supieras que ya sos tan símbolo como el mate y tan inmortal como el dulce de leche! Tan Buenos Aires como el tango y tan Argentina como la vidala, el chamamé y la zamba!

El ballet sólo fue la excusa, el medio para llegar a tu fin, que la danza clásica, dirigida a las élites fuera vista por todos y que las danzas populares elevarán su fuego para llegar al Colón y mostrar que todo es arte, que mientras se pueda volar, no importa qué música suene.

Vos hiciste magia y volverte a ver bailar, con el mismo don de siempre, es un privilegio que la vida me dio.

¡Gracias, Julio, por existir!

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