sábado, 28 de septiembre de 2024

Promesa.


 Está noche soñé con vos. Con tu sonrisa, con la que me regalaste el primer día que te vi. Hace días que no te pensaba. Que no recordaba tu rostro. Que no tengo noticias tuyas. 


Me había perdido en un pozo, oscuro, frío, en dónde no llegaba ni el aire. Me faltaban ganas para levantarme y tomar impulso. Y retrocedí diez casilleros. Caí en el vacío de lo que fue, de lo que me hirió, de lo que se perdió en el tiempo.


Y me sentía atrapada en una telaraña de miedos, dudas, angustia. Sentía que no había "más allá", que mi camino era una larga sucesión de nada, sin metas, sin sueños, sin proyectos. 


Y una desesperación animal me hizo trepar con las uñas, buscar un rayo de sol, salir de esa asfixia mental y emocional, romper para siempre con ese recuerdo que nada iba a aportarme, nada más que dolor.


Y volví a la superficie. Y respiré profundamente. Y, cansada, adolorida, caminé hasta el lugar que más me hacía feliz. Me busqué a mi misma. Me saqué la piel que esa historia pasada había llenado de heridas, de úlceras putrefactas, de hielo. 


Renací. Caminé hasta olvidarme de mi propio nombre. Y me dormí. Entonces, soñé con vos, que apenas sé quién sos, que tenés un aura dorada, que sonreís como invitándome a ver la luz. 


Así que decidí plantar bandera. No buscar más hasta que, algún día, la vida vuelva a juntrnos, en esta vida, en otra, en otro mundo, en otra galaxia. 


Te voy a esperar hasta que mis huesos sean cenizas y vuelen por el viento para encontrarte.  Te voy a esperar hasta que tú perfume se confunda con el aroma del mar para respirarte.


Te voy a esperar hasta que el sol nos funda en un abrazo, que dure toda la eternidad.


Imagen creada con Inteligencia artificial.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2024

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domingo, 22 de septiembre de 2024

Más que #Envidiosa, rota.


 Más que #Envidiosa, rota. 

(Alerta: puede que haya spoilers y mi recomendación es que la vean y saque sus propias conclusiones).


Dudé en verla porque simplemente no me gusta mucho Lamothe. Y porque, a veces, cansa ver todo el tiempo puteadas, tipos que se creen terribles vivos y son unos giles. 


Y me llevé una sorpresa. Porque a Victoria, el personaje que compone Griselda Siciliani, al que se le pone el mote de "envidiosa", la vida no le sale fácil.


Ella tiene el chip de la mujer "Susanita", quiere ese sueño o mandato de casarse, tener hijos, perro y la mar en coche. Victoria quiere ser perfecta para el hombre que la elige, y hace todo para cumplir ese rol. Deja sueños por esa meta. Sin embargo, algo se rompe y ve que su novio de hace 10 años, quien posterga por diferentes razones el tan anhelado casamiento, se casa en menos de un mes con otra mujer, a la que acaba de conocer.


Y Vicky se rompe. Una vez más. Porque, a medida que avanzan los episodios, vamos conociendo detalles de su vida.


Tras la separación de sus padres,, ella y su hermana Carolina se quedaron en a su papá, que les habia prometido buscarlas para ir al cine. Pero él nunca llega. Y no vuelven a saber nada hasta 35 años más tarde.


Vicky tiene rota el alma. Llena de preguntas que nadie le puede responder. Ella se siente menos, porque la sensación de abandono la persigue como una sombra: no se siente lo suficiente, no se siente elegida, cree tener un problema, una falla, un defecto.


Y esas emociones, las traslada a sus relaciones. 


Y aparece Matías. El chico que trabaja en la rotisería que está al lado del edificio. Que, más tarde, nos enteramos que también está roto. Qué también su familia tiene un conflicto con su padre jugador. 


Victoria siente envidia de sus amigas casadas, o por casarse, con hijos y todo el cuento. Pero a una, el novio la engaña por apps de citas hasta el día previo a la boda. Y la otra, descubre que si poco entusiasmo para organizar un gran casamiento era en realidad que no quería hacerlo. Y, el corolario, es la amiga a cuyo marido detienen en plena iglesia, porque es un estafador y descubre que le hizo firmar muchos papeles para sus estafas.


El mundo se derrumba alrededor de Victoria y sus amigas, para darse cuenta de que las relaciones humanas y de pareja son tan complejas como personas hay en el mundo. Que, a veces, no conocemos a quien tenemos al lado, ni con quién dormimos hace 15 años.


Cualquiera que tenga una historia de abandono como la de la protagonista, se va a sentir identificada. Con los millones de preguntas que nadie contesta. Con la falta de autoestima, que requiere mucho trabajo personal. Con la rabia y el dolor de descubrir que ese padre formó otra familia. Con la hermana que no sabía que tenía. Y hasta con la historia del perro que, un día, ese padre decidió que "molestaba" y se llevó a un lugar del que nunca volvió.


Impactante. Toca lugares profundos y, a la vez, entretiene. Un 10.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Necesito...


 Quisiera pedirte que me cobijes. Que me tomes en tus brazos y me lleves a ese lugar en el que me sentía segura, cuando estaba contigo.


Quisiera que te quedes a mi lado y esperes a que despierte de esta pesadilla. Y qué contengas mis gritos y mi llanto. Que me dejes hacerlo hasta que ya no me quede una sola lágrima, hasta que explote en mil pedazos, para juntarlos en tu abrazo.


Quisiera que me cuides hasta que mi cuerpo deje de temblar. Que me saques las dudas, que me des las respuestas que no encuentro. Qué te ocupes de eso que yo ya no puedo, ni quiero.


Necesito que me mires con toda la ternura que en este momento me hace falta, que me tomes de las manos y me des un poco de paz. 


Te necesito, para volver a sentirme libre, para volver a flotar en el aire, para que la primavera me inunde con su luz.


Pero no estás aquí. Y siento que tú ausencia me hiela la sangre, que me recorre cada fibra de mi ser. 


Y solo quiero llorar hasta romperme en mil pedazos. 


Imagen creada con inteligencia artificial 

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2024

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Reflexión personal.


 Hace un año le daban de alta a Marcelo en el hospital, después de casi tres meses de internación,  dando fin a miedos e incertidumbres que viví.


Nacían otraa dudas. La convivencia, que nunca fue fácil con él, era un misterio que me llenaba la mente de preguntas. Cómo sería su evolución, cómo iba a reaccionar ante su llegada a casa, la ausencia de mamá, ya que mi hermano apenas estuvo 10 días luego de su fallecimiento adaptarse a su nueva situación. 


Porque no es lo mismo estar en el hospital internado, que llegar a tu casa y darte cuenta de que te falta una pierna. Que hay cosas que ya no podés hacer y otras, que tenés que hacerlas diferentes. Que la autonomía de ir y venir, ya no existe más. Qué muchos de tus amigos ni siquiera te manden un mensaje para preguntar cómo estás.


También, debo reconocerlo, yo me acostumbré a estar sola. Esos casi tres meses fueron, más allá de las idas y vueltas, poder llorar sin que nadie me vea, ya sea por el dolor de la pérdida de mamá o por el miedo que sentía por la salud de Marcelo. 


Si. Hubo días en que pensé que el gordo  no la contaba. Que parecía que las bacterias le ganaban la batalla. Y nadie en el hospital se ocupó de su salud mental, porque tenés que estar viviendo un luto reciente y perder una gamba!! Porque vaya a saber qué cosas pasaban por su cabeza!!


Y, poco a poco nos fuimos adaptando a esta nueva realidad, en la que yo pasé de ser un simple grumete a comandar un Titanic y evitar que se choque el iceberg. Porque éramos tres para todo y, ahora, estaba sola. Porque, para muchas cosas, estoy sola. 


Parece increíble todo lo que pasó en este año y algo más, que no sé de dónde saqué fuerzas, y no se de dónde las saco. Si, hay días en que me siento envuelta en un tornado, no veo nada claro, y quisiera volver el tiempo atrás, fijarlo en algún día del 2021, y que nada de todo lo que pasó después llegara a ocurrir. 


Anclarme en ese momento de mi historia, en dónde la vida, a mi modo de ver, era completa y hermosa. Pero el río este sigue su curso, y no sabemos qué nos separa a la vuelta del meandro que está más allá. Y acepto que todo pasó de la única forma en que debía suceder. 


Levanto mi armadura, y salgo a luchar por lo que me queda. 


Feliz primavera para todos!!!

domingo, 15 de septiembre de 2024

Tener paz..


 "Lograr la paz es un trabajo cotidiano. Cada dia tenemos que lograr mantener el equilibrio, para que nuestro interior no estalle en mil pedazos y no nos destruya.


 En algunas oportunidades le entregamos esa tarea a otra persona, por afecto o por lo que sea, y perdemos el equilibrio, la armonia y la paz. 


Pero no es esa persona que nos quita estas emociones. Somos nosotros mismos que las perdemos, dandole el poder a esas otras personas sobre ellas. Somos nosotros que nos desequilibramos. Ellos no tienen ni idea sobre lo que les dejamos hacer. 


En algunos casos, cuando lo descubren, las consecuencias suelen ser devastadoras. 


Seamos dueños de nuestra paz. Y demos gracias por tenerla cada dia de nuestras vidas".

Imagen propia 

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2015

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sábado, 14 de septiembre de 2024

Todos somos el villano en la historia del otro.


 Todos somos el villano en la historia del otro.


A lo largo de la vida, de la historia del mundo, cada uno tiene su versión de los hechos, de lo que sintió, de lo que vivió, de lo que toleró.


Cada uno de nosotros sufre los límites que no puso a tiempo, los puentes que tendió con las personas equivocadas, los caminos que compartió hacia lugares a los que, en realidad, no quería ir.


Y lo hace a pesar de una voz interna que le susurra que mejor no, que por ahí no es, que eso te va a quitar la calma. Lo hace porque aprecia algún gesto que ese otro tuvo, para devolver algo que recibió, por compromiso o para indagar a dónde lleva ese camino.


Luego, el tiempo nos demuestra que la voz interna nos indicaba algo que intuíamos, que sabíamos a un nivel tan profundo, que no teníamos una explicación racional y coherente para rechazar lo que se nos ponía enfrente.


Entonces, dimos el paso. Aceptamos esa cena, respondimos ese llamado, abrimos la puerta, acompañamos y nos dejamos acompañar, iniciamos el recorrido por ese sendero que nos llenaba de dudas.


En algún punto, nos dimos cuenta de que había algo que nos hacía ruido. No le dimos la importancia necesaria, y continuamos adelante. El ruido, poco a poco, fue creciendo. De una forma tan imperceptible, que no nos dábamos cuenta de donde venía, y lo normalizamos a tal punto que creímos que era hasta parte nuestra.


Pero un día, algo ocurrió. Un silencio, una luz, algo que nos hizo ver qué no queríamos seguir por ahí. Que el ruido era insoportable. Que el camino era tortuoso. Que no era por ahí lo que estábamos buscando.


Decidimos alejarnos. Pedimos espacio. Quisimos calma. Intentamos acallar el ruido que nos invadía cada célula de nuestro organismo. Y la única forma fue romper todo, porque el otro no entendía, no interpretaba, no podía comprender que estábamos poniendo un límite. Qué necesitábamos retroceder. Qué ya no queríamos compartir el camino hacia ningún lugar, al menos para nosotros.


Y nos volvimos el villano de la historia. Solo por querer salir de esa relación. Por no compartir metas. Por no opinar igual. Por pretender tener nuestro espacio en silencio. Por poner un límite a algo que sentíamos que nos estaba invadiendo. Por querer abrir las alas y cumplir sueños. Por haber entendido que ahí no era el sitio en dónde queríamos permanecer.


Por eso, somos malos. Los que no tenemos alma, corazón o sentimientos. Porque tuvimos que hacernos duros, a fuerza de buscar la paz interior. Porque tuvimos que imponer que nos respeten. Porque decidimos que ya no queríamos estar de ese lado del puente, ni compartir un camino que nos hacía caminar en círculos o sentíamos que no íbamos a ningún lugar. 


Porque dijimos tantas veces algo sin ser escuchados, que tuvimos que gritar para que se entendiera la palabra "basta".


Yo soy la villana de muchas historias mal contadas. Y, seguramente, debo haber contando mal alguna historia, en la que otro fue el villano. 


No es que seamos malos. Es que somos diferentes. Y, muchas veces, cuesta aceptarlo.

 

Imagen propia.

© Cristina Vañecek-Escritora Derechos Reservados 2024


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