sábado, 21 de septiembre de 2024

Reflexión personal.


 Hace un año le daban de alta a Marcelo en el hospital, después de casi tres meses de internación,  dando fin a miedos e incertidumbres que viví.


Nacían otraa dudas. La convivencia, que nunca fue fácil con él, era un misterio que me llenaba la mente de preguntas. Cómo sería su evolución, cómo iba a reaccionar ante su llegada a casa, la ausencia de mamá, ya que mi hermano apenas estuvo 10 días luego de su fallecimiento adaptarse a su nueva situación. 


Porque no es lo mismo estar en el hospital internado, que llegar a tu casa y darte cuenta de que te falta una pierna. Que hay cosas que ya no podés hacer y otras, que tenés que hacerlas diferentes. Que la autonomía de ir y venir, ya no existe más. Qué muchos de tus amigos ni siquiera te manden un mensaje para preguntar cómo estás.


También, debo reconocerlo, yo me acostumbré a estar sola. Esos casi tres meses fueron, más allá de las idas y vueltas, poder llorar sin que nadie me vea, ya sea por el dolor de la pérdida de mamá o por el miedo que sentía por la salud de Marcelo. 


Si. Hubo días en que pensé que el gordo  no la contaba. Que parecía que las bacterias le ganaban la batalla. Y nadie en el hospital se ocupó de su salud mental, porque tenés que estar viviendo un luto reciente y perder una gamba!! Porque vaya a saber qué cosas pasaban por su cabeza!!


Y, poco a poco nos fuimos adaptando a esta nueva realidad, en la que yo pasé de ser un simple grumete a comandar un Titanic y evitar que se choque el iceberg. Porque éramos tres para todo y, ahora, estaba sola. Porque, para muchas cosas, estoy sola. 


Parece increíble todo lo que pasó en este año y algo más, que no sé de dónde saqué fuerzas, y no se de dónde las saco. Si, hay días en que me siento envuelta en un tornado, no veo nada claro, y quisiera volver el tiempo atrás, fijarlo en algún día del 2021, y que nada de todo lo que pasó después llegara a ocurrir. 


Anclarme en ese momento de mi historia, en dónde la vida, a mi modo de ver, era completa y hermosa. Pero el río este sigue su curso, y no sabemos qué nos separa a la vuelta del meandro que está más allá. Y acepto que todo pasó de la única forma en que debía suceder. 


Levanto mi armadura, y salgo a luchar por lo que me queda. 


Feliz primavera para todos!!!

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