sábado, 21 de septiembre de 2013

Regalos




De vez en cuando nos gusta encontrarnos con un paquete enorme, con un llamativo moño en color contrastante y que adentro esté aquéllo que tanto anhelamos...La vida nos impuso que un regalo debe ser caro, que tenemos que demostrar nuestro afecto con cosas.

Y a mi me gustan los regalos que no cuestan nada y valen mucho. ¿Suena contradictorio, no? Sin embargo, no veo mayor valor que encontrar en los ojos de alguien honestidad; en sus manos, calidez; en su voz, sinceridad. El mejor regalo del mundo es recibir el mensaje de una persona amiga de la que hace tiempo no tenías noticias y, así, de repente, quiera regalarte una hora de su vida para saber cómo estás.

Me gusta que la vida me haga regalos. La vida me regala la presencia de mi madre, su abrazo, su caricia. Y de repente, no encuentro mejor devolución de obsequio que subirla a mi coche y llevarla a pasear, llevándola a esos lugares que tanto quería conocer, sintiendo su presencia conmigo..
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La vida me ha hecho otros regalos. Escuchar la voz de amigas lejanas (por distancia, pero están aquí, en mi corazón) y poder tener largas tertulias, hablando de todo y de nada, simplemente compartiendo unas horas, perdiendo un tiempo precioso ellas conmigo y yo con ellas, para calmarnos los dolores, las tristezas, para reírnos de pavadas y filosofar sobre esas cosas de las que hablamos las mujeres cuando nos juntamos en "aquelarre".

La vida me regala cariño de las personas más impensadas, las palabras de seres que tal vez conozco sólo a través de la pantalla y, sin embargo, se preocupan por mí con un mensaje, con una pregunta, con tanto cariño que sólo queda agradecer a la vida por ese obsequio tan hermoso.

El mejor regalo del mundo es que el otro te obsequie su tiempo y su atención, nada tiene tanto valor como eso. Ni un celular, ni un vestido, ni la fiesta más cara del mundo se compara con la sonrisa del ser que amamos, con escuchar su carcajada pura y profunda...

Si, ya lo sé, me gustan los regalos valiosos.

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