miércoles, 4 de septiembre de 2013

Terremoto




Hay días en que la tierra tiembla...Y tiembla porque desde nuestro interior, las placas tectónicas de nuestras emociones se sacuden de tal forma que todo se conmueve. Revienta nuestro suelo afectivo, se agrietan nuestras calles emocionales porque llevamos acumulando una energía que es necesario dejar expandirse.

Y, literalmente, reventamos en un movimiento sísmico simbólico, para poder... sacarnos de encima nuestro esos sentimientos que amenazan nuestras estructuras emocionales. Para algunos eso parece triste, desagradable, malo...sin embargo, ese terremoto interno sirve para poner algunas cosas en su lugar. Para corrernos de un lugar en el que ya no podemos estar y hacer efectivos algunos cambios imprescindibles. Tras el temblor, vemos algunas cosas con más claridad, se nos calma la mente, las ideas se ordenan.

Y nos damos cuenta que nos hacía falta esa sintonía cósmica con el universo, como cuando para liberar su energía explota una estrella y nace un nuevo sol...O con lo más profundo de nuestro planeta, que se mueve para dar nueva forma a su geografía.

No tengamos miedo a estas explosiones...A veces nos asusta, como todo temblor, el cambio que nos trae. Nos duele perder objetos, afectos, elementos y personas a los que nos aferrábamos, pero que, de repente, debíamos dejar ir, para poder avanzar y cambiar.

Hoy tuve un terremoto de esos en que todo vuela por los aires...Y al bajar la polvareda y al comenzar a ver claro, algunas cosas se empezaron a acomodar solas...Soy un acontecimiento geológico (y meteorológico) ambulante. Cada persona, cada uno de nosotros, somos pequeños universos en formación y expansión...Estallemos, como las estrellas, temblemos y reacomodemos nuestras placas, como la tierra.

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