Estabas ahí, palpitante, esperando el momento en que mis pies comenzaran a acercarse al límite exacto en donde la tierra se convierte en mar, en el lugar en el que las dudas se dejan a un lado y todo se convierte en un cara o cruz definitivo y profundo.
Poco a poco fui entrando en vos, y me envolviste en un abrazo abarcador y completo, cubriendo cada fibra de mi ser. En un beso comio el dulce aroma del mar, me dejé fluir a tus profundidades, dejando que tu cuerpo me descubra sus misterios.
Me invitaste a flotar en tus brazos, a navegar en tu piel, a perfumarme en tu océano de gloria y pasión. Me propusiste el encuentro más perfecto y deseado, me ofreciste tus manos silenciosas para hacer del amor una obra de arte fugaz e inolvidable.
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