lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Qué es la felicidad?





 Hoy me descubrí pensando en esto. Escuchando la radio sobre la muerte de alguien que murió sorpresivamente, cuya vida había sido exhibida por decisión propia en los medios, alguien a quien el dinero, de repente, la ofrecía la oportunidad de realizar algunos de sus sueños, no todos.

No sé si esa persona logró ser feliz. Si me sorprendían los comentarios de muchos que, cual l...oros, repetían en las redes sociales, o en los mismos medios a través de anécdotas quienes lo conocieron, o mediante mensajes quienes no, que "la plata no hace la felicidad". Sin embargo, me quedé pensando en cuántos de todos esos que, cual letanía morbosa, se llenaban la boca con la frase, la cumplían. Cuántos, de todos ellos, se tomaban el tiempo necesario para estar con sus hijos. Cuántos rechazaban hacer horas extras en sus trabajos para compartir tiempo con sus parejas. Cuántos, en definitiva, veían al dinero como un instrumento para lograr cierta comodidad en la vida y cuántos creían que sólo con dinero se obtienen las cosas que, dicen, nos hacen felices.

El nivel de vida que hoy llevamos, las nuevas tecnologías, los avances científicos, hacen que saquemos cuentas todos los días para poder comprar eso que nos venden como "la felicidad". Las zapatillas que usa el crack de futbol, mucho más caras si son las originales, la ropa que imponen los medios porque esa marca es la que trae "glamour", los accesorios y aparatos que cada día incorporan una aplicación nueva, que deja obsoleto a lo que compramos hace una semana atrás. Corremos detrás de una zanahoria inalcanzable, y muchas veces olvidamos lo fundamental.

Creemos que la felicidad es esa fiesta carísima para gente a la que vemos una sola vez al año, para que no nos critiquen aquéllos que nunca nos dieron nada, ni siquiera un hombro para llorar o un abrazo para consolarnos. Creemos que es ofrecerles a los nuestros en bandeja de plata aquello que nosotros conseguimos con esfuerzo, trabajo y sacrificio, sin darnos cuenta que precisamente eso era lo que le daba más valor, la lucha por obtener algo que deseábamos. Pensamos que el último celular, el viaje al paraíso terrenal de moda que promocionan las agencias, o el hotel de lujo más caro son las cosas que nos hacen felices.

Y nos olvidamos que la felicidad es simplemente algo mucho más sencillo, eso que sentimos al finalizar el día, cuando vemos a los nuestros sanos, vivos, riendo con una tontería. Soñando simplemente con despertar mañana, para volver a empezar. Nos olvidamos que la felicidad es poder mirar a los ojos a la persona que amamos, es respetarla en sus convicciones y acompañarla en sus proyectos, es alentarla a crecer emocional e intelectualmente.

Muchas veces no necesitamos viajar al otro lado del mundo para ser felices. Podemos dar una vuelta a la manzana, en silencio, con la persona que elegimos para que nos acompañe en nuestra vida, y ese lugar, por su sola presencia, convertirse en el paraíso tan ansiado. Podemos comer arroz blanco y convertirse en el manjar más delicioso simplemente porque estamos junto a quienes amamos.

Definitivamente el dinero no hace la felicidad (sólo calma los nervios, saca de apuros y nos ayuda a vivir un poco más holgadamente). Pero no todos los que lo dicen, lo practican en realidad.

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