jueves, 7 de febrero de 2019

La estrategia de la Mona Lisa.





  Durante siglos, la sonrisa de la protagonista  uno de los cuadros más famosos de Leonardo Da Vinci fue considerada como un enigma.

Si estaba triste, si sonreía, o si acaso reflejaba un melancólico amor hacia el pintor, tal vez no correspondido.

Las conjeturas sobre la expresión de esa mujer, ha generado debates, estudios, análisis, interminables charlas entre expertos, que casi nunca llevan a nada.

Sin embargo, cuenta la historia, que el cuadro fue pintado una y otra vez, roto en mil pedazos y vuelto a realizar. No por la inconformidad del gran Leonardo, que ante cada obra terminada, sentía que había logrado su gran obra.

Si no que a ella, a Mona Lisa, le molestaba grandemente el efecto que hacía más prominente su nariz cuando los pómulos se elevaban en una amplia sonrisa.  Y ordenaba destruir la obra.

Hasta que un cuadro le produjo esa sensación de exactitud, de gesto único e irrepetible. De verse como ella quería que la recordaran.  Y fue su estrategia para volverse eterna.

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