sábado, 2 de marzo de 2019

Me dolio.




Me dolió tanto tu adiós que llegué a convertirme en alguien que desconocía.  El mundo de colores se volvió un gris monótono y triste, aunque a veces un rojo furia me invadía con la ansia loca de querer hacerte daño.

Me dolió al punto de no saber qué hacer para arrancarte de mi piel, de mi ser, de mis pensamientos. Para sacarte de mi alma me lastimé a mi misma, sin darme cuenta de que debía dejar curar la herida solo con tiempo. 

Me dolió tanto que me encerré en mi misma, dando un portazo a todo lo que se acercara, porque me quemaba el cuerpo la sola idea de volver a intentarlo.

Me dolía volver a creer, volver a sentir y volver a terminar con el alma rota y los sueños hecho trizas.  Me dolías tanto, tanto, como nunca lo podrías imaginar.Me dolías como si me hubieran arrancado una parte de mi cuerpo y buscara el miembro fantasma para hacer mis rutinas. Como si nunca más pudiera ser feliz.

El tiempo pasó.  Aprendí que el enojo, la rabia, el dolor, la ira solo demoraban el proceso para sanar.  Aprendí a buscar la calma cuando algún recuerdo me sacudía por dentro, despertando a ese demonio que solo quería tenerme prisionera del rencor.

Aprendí a que me dejaras de doler, a no sentir tu aroma en el aire, a olvidar el sonido de tu voz. Aprendí a renacer, a abrir las ventanas, a ver la luz del sol. Y a sonreír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario