domingo, 20 de agosto de 2017

Viajeros.



    Mauricio llegó a la terminal de omnibus con los minutos contados. Un desperfecto mecánico en su auto lo demoró e hizo que casi perdiera la salida del micro. Lo dejó en el garage que estaba en la otra cuadra de la estación y corrio lo mas rápido que le daban las piernas para poder alcanzar al colectivo en horario. Tenía un compromiso laboral importante en Mar del Plata y, en caso de perder el bus, perdería una excelente oportunidad con una revista para la temporada de verano. Iba a ser el fotógrafo que acompañaría al cronista enviado y era una oportunidad única, no solo de ganar dinero, sino de comenzar a difundir su trabajo.

     Subió al colectivo, mostró el pasaje y buscó su asiento. Había pedido estar solo, pero lo habían ubicado en el lado de los asientos dobles y un hombre estaba acomodado del lado de la ventanilla. Un repeentino acceso de malhumor se apoderó de él, no podría fotografiar el paisaje como le gustaba hacer siempre. Casi sin querer golpeo a su compañero de asiento con el bolso que llevaba. El muchacho, que aparentemente dormía, se movió en su butaca y se quitó los anteojos oscuros que lo protegían del sol.

-Uy, flaco, disculpá.-dijo Mauricio sin ninguna culpa.

-Todo bien- murmuró el otro, mientras se acomodaba y estiraba en el reducido espacio que tenía disponible.

-¿Te lastimé?

-No, ni siquiera me despertaste- mintió.

Mauricio se acomodó en su asiento y, arrepentido por el golpe intentó trabar un dialogo con esa persona con quien compartiría varias horas de su vida. Extendió su mano abierta y ,con una leve sonrisa, se presentó:

-Mauricio, soy fotógrafo, estaba un poco nervioso porque creía que iba a perder el micro.

El otro lo miró de soslayo, extendió su mano y se presentó a su vez:

-Marco, soy mecánico y sí, dormía.

Se estrecharon las manos y ambos rieron. Mientras Mauricio terminaba de acomodarse, Marco buscó tema de conversación.

-¿Viajás por negocio o por placer?

Mauricio sonrío.

-Digamos que un poco de ambos.

-¿El trabajo es placentero o es un placer trabajoso? ¡Jajaja!

Mauricio rio fuertemente.

-¡No! Tengo una entrevista con gente
de una revista de Capital para cubrir la temporada y, si da, encontrarme con mi chica! ¿Y vos, a qué vas?

-Hace poco compré un departamento por el centro, chico, para alquilarlo en las vacaciones y los fines de semana largos, por ahí usarlo yo cuando quiero ver algún espectáculo. Y también voy  a ver a mi chica!

Se miraron como si el destino los hubiera unido se repente. Marco guardó el libro que tenía sobre sus piernas en un bolso que había dejado en el piso y sacó un paquete de galletas. Lo abrió y le ofreció a Mauricio.

-¿Hace mucho que salen?- preguntó Marco.

-No- respondió Mauricio, tomando una galleta- Gracias, tenía hambre. Nos conocemos hace bastante, pero estuvimos desencontrados. Después nos perdimos el rastro, yo me casé, tuve a mis hijas, me separé y hace unos meses me la crucé de casualidad en Facebook. Tenía dudas si era ella o no, así que le mandé un mensaje, un poco para ver qué onda, me respondió y justo ella había terminado con un tipo con el que salía...así que me dije que esta vez no se me iba a escapar!- contó Mauricio.

-El universo está conspirando a tu favor!-dijo Marco.

-¡Exacto! ¿Y vos? ¿Hace mucho que salís con ella?- preguntó Mauricio a su vez.

Marco suspiró.

-Me da un poco de vergüenza...

-Eh, amigo, yo te conté mi historia! ¿Me vas a dejar pagando?- reprochó Mauricio.

-No, no, es que en realidad todavía no la conozco personalmente.

-¿Cómo es eso?- preguntó Mauricio con curiosidad.

-Por mi taller no tengo mucho tiempo de conocer gente, bah, mujeres, así que me abrí un perfil en una de esas páginas de citas, y por las noches iba viendo qué había. Al principio medio me asusté, porque te encontrás con cada loca que quiere casarse a los cinco minutos que le pones que te gusta alguna foto!

Mauricio soltó una carcajada.

-Si, es verdad ¿Entonces, qué pasó?

-Estaba a punto de cerrar el perfil y vi una foto que me llamó la atención, me atrajo su sonrisa, su frescura, no sé, y le mandé un mensaje. Me respondió, hablamos de cosas normales, y poquito a poco me empezó a picar la idea de conocerla un poco más. Después yo tuve unos problemas familiares y la verdad es que me colgué, dejé de escribirle. Y hace unos diez o quince días me encontré con su contacto en WhatsApp, me animé a mandarle un saludo. Te confieso que pensaba que no iba a responderme o que me había bloqueado, incluso que me iba a mandar al diablo, pero es tan dulce, tan buena mina, que me respondió y me habló como si no hubiera pasado tanto tiempo. Y como dijiste vos, no iba a dejar que se me escape.

-¿Así que ustedes no se conocen?

-No, bueno, no personalmente. Si todo sale bien, nos vamos a ver en este viaje.

Mauricio miró a Marco.

-Me hiciste recordar a mi chica, ella es tan dulce, siempre tiene buen humor, una palabra de aliento, te dan ganas de hacer cualquier cosa porque todo parece más fácil cuando lo hablamos!-dijo Mauricio.

-Si, mi chica es así tambien|, tiene garra, buena energía, es postiva, yo a veces me bajoneo y ella me levanta el ánimo!- respondió Marco.

Hicieron silencio unos instantes. Mauricio fue hasta el baño del colectivo y Marco cerró los ojos, intentando recuperar esa siesta interrumpida. El regreso de Mauricio se lo impidió.

-¿Sabés qué estaba pensando?- preguntó Mauricio mientras se acomodaba nuevamente en su asiento.

-No, ¿en qué?

-Tendríamos que organizar una salida entre los cuatro.

Marco se revolvió en su butaca. Le gustó la idea que su nuevo amigo le estaba proponiendo.

-Me gusta la idea. Pero dejame conocerla primero!-contestó Marco

-¡Jajaja! Seguro, hombre, yo tambien quiero ver a la mía antes de mostrártela!- respondió Mauricio riendo.

-Hablando de mostrar, ¿tenés una foto de ella?- preguntó Marco.

-Si, ¿y vos de la tuya?

-En mi teléfono, esperá que lo busco y te la muestro.

Ambos hurguetearon en sus bolsos y sacaron los celulares, buscando cada uno la foto de las mujeres que estaban conociendo para mostrarle al otro.

-Tomá-dijo Mauricio primero- esta es Mariana.

-Qué casualidad, se llama igual que la mía. Tomá-le dijo Marco dándole su teléfono y tomando el que Mauricio le alcanzaba.

Ambos miraron la foto que mostraba el teléfono del otro. Ambos hombres se miraron, al principio con sorpresa, luego con desconcierto. Volvieron a mirar la foto sonriente de la mujer y exclamaron al unisono:

-¡Mariana!

Fin

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