martes, 10 de julio de 2018

Precipicio.



Tal vez detrás de esa puerta habrá un nuevo precipicio. Otra vez una nebulosa que no nos permita ver si el próximo paso lo daremos sobre tierra firme o será un salto al vacío.

Tal vez no haya más que una pared que no conduzca a ningún lugar. O quizás nos lleve a ese lugar que tanto esperábamos.

Quizás todo sea cerrar los ojos y lanzarse a la nada, rezando porque está vez no haya golpes, ni se nos rompa el alma, que allá abajo alguien nos espere, con los brazos abiertos.

Quizás sea volver a arriesgarse. A jugarse con los ojos cerrados. A volar.

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