lunes, 24 de diciembre de 2018

Inoportuna






Viene y se lleva a quien amas sin aviso. Te lo quita enfrente de tus ojos, sin que puedas hacer nada. Se te ríe, como si disfrutara dejarte el desconsuelo y la tristeza.

Hay días en que la muerte no debería trabajar. En que tendría que tomarse un respiro y pasar de largo algunas fechas, algunos momentos, algunas almas.

Hay personas a las que no debería rozar, ni siquiera atreverse a mirarlas a los ojos. No entiendo el criterio que usa, llevándose las almas nobles y puras.

Hay fechas en que la muerte debería tener un poquito de piedad, y esperar que pare el bullicio, la salutación sonriente, para no sentirte el único triste en medio de tanta felicidad. Es como estar del otro lado de un vidrio, en donde todos están de fiesta y tu miras desde la vereda, sólo y muerto de frío, su alegría.

Hay días en que la muerte se equivoca, y lastima más de lo que suele hacerlo en fechas comunes, normales, sin tanto alboroto, sin festejos en los que no se puede encajar porque el dolor es tan profundo, que no te permite ni siquiera pensar en sonreír.

Hay veces que la muerte de equivoca, que es inoportuna, que parece ensañarse y hacerlo a propósito, para clavar el puñal de la tristeza más profundo.

Hay personas con las que la muerte se equivoca, aunque sea el minuto exacto en que deba llevarse sin aviso a quien más nos ilumina la vida. Nos despedaza por dentro, dejando todo nuestro mundo en crisis.

Dedicado a Mariana, Carina, Lorena, Claudia y todas las personas que han pedido un ser amado.

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