lunes, 20 de abril de 2020

Distancia (Crónicas del Coronavirus)



Estas ahí, del otro lado de un simple vidrio. Y, sin embargo, siento que estás del otro lado del océano, en algún rincón profundo de la galaxia.

No puedo tocarte, ni darte un beso, ni abrazarte. Tengo que imaginar tu sonrisa detrás de un barbijo que nos hace comprender algo que, tal vez, habíamos olvidado: lo que dicen las miradas.

Adivino si esa lágrima que intenta asomae por tus ojos es de alegría o tristeza. Tu voz tiembla, preguntando por todos los que no puedes ver. El teléfono no te alcanza para mitigar la soledad de las noches, y jamás reemplazará tus tertulias hasta la madrugada, en donde charlabas con tus amigos, acompañados de comida y un vino.

Si, mitiga un poco que hayas aprendido a usar algunas tecnologías, pero se que te cansas rápido de ellas. Yo, yo también extraño el calor de tu mano sobre mi hombro cada vez que sentís que desfallezco, que adivinas que algo no está bien y, aunque no te lo diga, me das fuerzas con ese gesto tan simple y que hoy necesito tanto!!

Te veo como a un preso, detrás de ese cristal, que te cuida, te protege y jamás pensé que alguna vez tendrías que cuidarte de mí, que los que te amamos podríamos ser un peligro para vos. Pongo mi mano a la altura de la tuya, hacemos coincide nuestras huellas, como reconociéndonos más allá de los rostros.

Cuando me voy, me destroza saber que,  si giro la cabeza, te veré en esa misma pose, como pidiendo a gritos tu libertad. No quiero que me veas llorar, porque no sé si soportaré verte sufrir y querré romper esa barrera para refugiarme en tus brazos, hasta que todo esto acabe. Hasta el próximo encuentro. Te estoy cuidando.

#QuedateEnCasa

Imagen tomada de la web
© Cristina Vañecek-Derechos Reservados 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario