miércoles, 22 de abril de 2020

Elección.



El destino los había unido. Nunca se sabe si el camino compartido será por un trayecto o hasta el final. Solo se disfruta ese tiempo de conocerse y aprender lo que el otro nos viene a ofrecer. Sin embargo, no todos comprenden eso, no siempre se comienza a recorrerlo con la única certeza de que nada es eterno.

A veces nos dejamos llevar por la fascinación de lo nuevo. Por esas ganas de descubrir en el otro algo que aún ni siquiera conocemos de nosotros mismos.  Por el deseo, inconsciente y primitivo, de ser los habitantes de un paraíso terrenal, en donde no haya dioses ni manzanas.

Pero (siempre hay un pero, un maldito pero) llega un momento en que la ruta nos impone decisiones individuales, porque hemos trabajado para lograr algo personal, porque debemos ceder lo que conseguimos para satisfacer al otro, o, simplemente, porque el otro no acepta algo que para nosotros es natural.

"Tus alas o yo", le espetó él, a modo de imposición, pensando que ella se las cortaría en señal de amor.

"Tus alas o yo", exclamó, absolutamente convencido en su soberbia de que ella haría hasta lo imposible por evitar que se vaya.

"Tus alas o yo", volvió a gritar él, sin notar que la ventana estaba abierta, olvidando que la vida la había puesto en situaciones similares tantas veces que ya no tenía dudas sobre lo que quería.

Miró hacia el cielo, abrió los brazos y voló, sabiendo que el aire se había vuelto irrespirable, que la libertad tiene un precio a veces muy alto y que él jamás había comprendido que amar es volar juntos y no cortarle las alas al otro.

Imagen tomada de la web.
© Cristina Vañecek-Derechos Reservados 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario