domingo, 9 de julio de 2017

La isla de los amantes rotos.




Cuenta la leyenda que existe una isla secreta y misteriosa a donde llegan todos los amantes, cuyos corazones han sido destrozados por una decepción.

Deben llegar solos, nadando contracorriente y luchando contra las tempestades, evitando turbulencias. Llegar a sus orillas es agotador, porque requiere que pongas todas tus energías en no hundirte, en evitar ahogarte, en lograr que la marea no te arraste hasta lo más profundo.

Es un lugar al que sólo llegan los sobrevivientes, los que a pesar de todo no se resignan a entregarse al dolor, quienes se sacudieron las mentiras y tuvieron que desprenderse todos los perfumes con que los embaucaron.
Cuando se llega, la isla no ofrece ningún servicio, las úncas herramientas que se poseen son los propios brazos y la imperiosas necesidad de reconstruirse. Buscar un espacio para sanar las heridas y reencontrar la paz perdida.

En la isla se está solo. Todo el tiempo. Porque la soledad es la mejor compañera para conseguir bucear en uno mismo y rescatarse del infierno vivido. No importa el tiempo que se necesite para lograrlo, la isla no exige ingresos o salidas.

Hasta que un día, caminando por la playa, se ve una sombra, que al principio te da miedo, porque creías que estaba totalmente deshabitada. Con el paso de los días, el miedo pasa a ser curiosidad y, al fin, sales al paso de esa sombra que se convierte en otro amante que llegó en tus mismas condiciones, roto, cansado, herido, necesitando rearmarse para volver a salir a la luz.

En la isla de los amantes rotos, las almas se curan y los sueños vuelven a ser posibles. Cuando te vayas de la isla, lo harás con el corazón sano y las manos abiertas a un nuevo amor.

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