sábado, 16 de marzo de 2013

Me muero por conocerte


Un día ella encontró un mensaje en su bandeja de entrada, de un nombre desconocido. Lo abrió y encontró una presentación respetuosa de alguien que escribía con fluidez. Alguien más entre sus contactos, y la pregunta de dónde había salido. Sin dar mucha información, contestó el correo, buscando ser tan cordial como él había sido.

La contestación no demoró. Y los correos electrónicos fueron sumándose en forma cotidiana, hablando de temas comunes: trabajo, educación en general, cultura, viajes, temas políticos. Jamás una insinuación o una palabra descolocada. Cada día que pasaba, lo primero que hacía al abrir su casilla, era ver si él había enviado una respuesta. Siempre con la palabra justa, con el tema acorde.

Una tarde se sentó frente a la computadora y leyó detenidamente cada carta, puso en la balanza y sopesó cada palabra.  Tenía que tomar una decisión, porque definitivamente le estaba pasando algo muy fuerte por dentro. Y la decisión era parar a tiempo antes de lastimar a alguien (o resultar lastimada) o subirse de una vez al tren que estaba pasando y arriesgarse a todo, sin saber a donde la llevaría.

Tras debatir toda la noche, a la mañana siguiente encontró el esperado correo de él. Ella nunca le había comentado nada de lo que le pasaba, de su debate interno del día anterior. En su correo él le decía que necesitaba confesarle que lo primero que hacía cada mañana al abrir su correo, era ver si ella le había respondido. Que tenía una enorme necesidad de ella, que se le había hecho indispensable y que cada palabra que ella le escribía, era un bálsamo para continuar el resto del día, y olvidar por unos momentos sus problemas.

El corazón le galopaba, como si él hubiera adivinado cada pensamiento suyo, cada sentimiento que se había estado gestando en su interior. Los correos comenzaron a ser más personales, más cariñosos, más familiares. Él siempre, sin saberlo, tenía la palabra exacta que ella necesitaba. ¿Cómo podía adivinar qué le pasaba, estando a 400 kilómetros de distancia?

Una mañana ella levantó el teléfono. Esperó que él atendiera y por el auricular pasó el estribillo de esta canción:
http://www.youtube.com/watch?v=YLzpPlxATag&feature=share

Poco tiempo después se produjo el encuentro. Tal cual ambos lo habían pensado. Ella bajó corriendo las escaleras de la Rambla, él la recibió con los brazos abiertos, y ambos, con los Lobos Marinos de custodios, se perdieron en el beso más largo y dulce que alguien pueda recordar...Alguien, que vio la escena, dijo: "ni en Rolando Rivas, taxista, vi un beso semejante"!!!

El resto, el resto pertenece al secreto de dos amantes en un humilde cuarto de hotel, que esa noche se convirtió en el centro del universo.

2 comentarios:

  1. Si no terminaba en "HOTEL"...mi decepción y angustia iban a romper mi fogoso corazón expectante😂
    La confesión de ÉL..." tenía necesidad de ELLA"...es un viaje de ida...precisamente a ese hotel😂
    BELLÍSIMO AMI❤...GENIA DE MI❤😘🌸

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    1. Ay, recién veo el comentario, gracias ami Pachi, tus palabras son un enorme aliciente para mí!!!❤️❤️❤️

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